Era la mañana del 5 de septiembre de 2009. Una trágica noticia cimbraba a la sociedad tabasqueña. El entonces candidato a diputado local por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), José Francisco Fuentes Esperón, su esposa y sus dos hijos fueron arteramente asesinados durante la madrugada en su domicilio del fraccionamiento Tucanes.
Apenas el día anterior acababan de iniciar las campañas políticas, y representó el primer asesinato de un candidato en la historia actual de Tabasco. Quien fuera rector de la Universidad Tecnológica de Tabasco encabezaba las preferencias electorales en el Distrito IV de Centro.
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Entre los asesinos había conocidos de la familia Fuentes Esperón: uno de los vigilantes del fraccionamiento en donde vivían y el hijo de unos vecinos, un preparatoriano menor de edad, conocido como el “Chelo Satán”, quien se dice, estaba obsesionado con Lilián Argüelles, esposa del político. El menor era señalado como el autor intelectual del crimen.
El móvil del sádico multihomicidio se dijo en un inicio que había sido el robo de una camioneta Hummer; luego trascendió además, que el otro móvil fue la violación de la esposa de Pepe Fuentes, motivada por la obsesión del “Chelo Satán” hacia la señora. Y al gestarse el crimen en el marco de la detención de la detención de sicarios del Cártel del Golfo y el asesinato de policías locales, el grupo criminal de Los Zetas se deslindó del mismo en una manta que colocó en las calles de Villahermosa. También a causa del asesinato múltiple, las campañas políticas fueron suspendidas.
El macabro hallazgo
El crimen de la familia Fuentes Esperón ocurrió durante la madrugada del 5 de septiembre de 2009. La mucama fue testigo de una escena dantesca. Encontró los cuerpos llenos de sangre de Pepe Fuentes y su esposa Lilián. En una segunda habitación estaban los cuerpos de sus pequeños hijos, también sin vida.
A los pocos días fueron detenidos los presuntos responsables de los hechos: Marco, el presunto autor intelectual y material, además de Julio César “El Loco”, y Ricardo, quien era vigilante del fraccionamiento.
De acuerdo a las investigaciones, Pepe Fuentes fue acribillado y degollado luego de forcejear con uno de sus agresores, quien para acallar el ruido, utilizó una almohada al hacer la detonación. Los niños y la señora fueron amarrados. A ella le dispararon por la espalda a la altura de la nuca; dos de los criminales la violaron. Los pequeños, de nombre Pepe y Fernando, fueron amordazados con cinta industrial, lo que les provocó muerte por asfixia.
Las pruebas de huellas dactilares en la camioneta de las víctimas, el examen seminológico realizado al condón encontrado a un costado del cuerpo de la occisa, y el exudado vaginal que se le realizó, confirmaban la participación de los detenidos en el crimen.
Ricardo, el vigilante que facilitó el acceso de los demás asesinos, fue detenido y confeso, por lo que fue condenado a más de cien años de prisión por su participación en los hechos.
Julio César “El Loco”, quien también había sido detenido, fue puesto en libertad en marzo de 2014 por una recomendación de la Comisión Estatal de Derechos Humanos; y aunque se le dictó otra orden de aprehensión, se dio a la fuga. Se habla de otro implicado el cual nunca fue detenido.
Mientras que el supuesto autor intelectual y material, el menor Marco Iván, “El Chelo Satán”, purgó su condena en el Tutelar de Menores, y fue puesto en libertad al alcanzar la mayoría de edad.
A doce años, la sociedad tabasqueña aún recuerda los hechos, pero principalmente, recuerdan al joven político que prometía mucho en el ámbito, pero cuyas aspiraciones fueron cortadas de tajo por “El Chelo Satán” y sus cómplices.