Era el 23 de julio de 2013 en la ranchería Miahutlán, tercera sección, del municipio de Cunduacán. Como todas las mañanas desde muy temprano, Josefa se disponía a salir de su casa para ir a trabajar, dejando solas en casa a sus dos pequeñas hijas, María del Rosario y Diana Paola, de 10 y 14 años, respectivamente.
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La madre de las menores era viuda desde hacía cinco años, y se veía en la necesidad de dejarlas solas para poder trabajar en una zapatería ubicada en el vecino municipio de Jalpa de Méndez, y así ganar el sustento diario. Acostumbraba a llamarles por teléfono alrededor de las 10 u 11 de la mañana para saber cómo se encontraban. Sin embargo, ese día las menores ya no respondieron. Josefa no se imaginaba la pesadilla que viviría.
Mientras permanecían solas en su casa, las jovencitas fueron sorprendidas por un grupo de sujetos desconocidos y presuntamente drogados, que arteramente, irrumpieron en su vivienda y las violaron y no conforme con ello, las asesinaron.
Las hermanas fueron encontradas sin vida dentro de su vivienda. Ambos cadáveres presentaban señas de abuso sexual, además de haber sido golpeadas, estranguladas y degolladas. Las heridas de sus cuerpos dejaban entrever que intentaron defenderse del ataque, pero no lo lograron.
La madre de las víctimas dio cuenta de lo acontecido al entrar al humilde hogar. A decir de su hermana Miriam del Carmen, al ingresar a su cuarto, Josefa vio que las niñas estaban tiradas en la cama llenas de sangre.
En tanto, el entonces gobernador de Tabasco, Arturo Núñez, repudió los hechos e instruyó una investigación para esclarecer los hechos y que no quedaran impunes. Por su parte, Raúl Ojeda, quien se desempeñaba como secretario de Gobierno, acudió al velorio de las muchachitas, quien calificó como un acto aberrante cometido por animales.
Horas después del hallazgo de los cuerpos sin vida de las menores, fuerzas federales y estatales “barrieron” la comunidad en busca de los asesinos. Para ello, fueron designados alrededor de 69 elementos del Ejército, 24 policías estatales, y 24 elementos de la policía ministerial.
Los hechos conmocionaron a todos los pobladores de Miahutlán, quienes mostraron su repudio y dolor durante el sepelio de las hermanitas. “Estamos sedientos de justicia”, expresó el párroco de la iglesia de San Antonio de Padua, que fue donde se realizaron las exequias de cuerpo presente de las pequeñas.
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La madre de las niñas, exigía que las autoridades investigaran los hechos en que le arrebataron la vida a sus hijas, que encontraran a los culpables para que pagaran por su crimen. Era lo único que ella pedía.
Varias pancartas exigiendo justicia aparecieron en escena. Familiares, amigos y compañeros de escuela eran los que clamaban por el esclarecimiento de los hechos.
Ya en el panteón central, maestros y compañeros del grupo de Tercero "E" de la escuela secundaria "Manuel Sánchez Mármol" despidieron a María del Rosario con las canciones "Amigo" y "Las Golondrinas". También se sumaron al clamor docentes y compañeritos de Diana Paola, pertenecientes al tercer grado de la primaria “Rosendo Taracena”.
Casi un mes después del doble crimen, la Procuraduría General de Justicia de Tabasco informó acerca de la detención de tres sujetos por su participación en los hechos; todos eran oriundos de la comunidad cunduacanense, y uno de ellos era familiar de las víctimas.
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