"Lo maté y me lo comí": Caníbal de Playa narra su crimen

En 2004, un hombre originario de Cárdenas mató y se comió a su amante en Playa del Carmen; aquí detalles de aquel día

José Gómez / El Heraldo de Tabasco

  · miércoles 27 de marzo de 2024

El 3 de noviembre de 2021 se publicó en esta sección la historia de Gumaro de Dios Arias, ‘El Canibal de Playa’, nacido en Cárdenas, Tabasco, así como sus crímenes, incluyendo el momento en que mató y se comió a su amante en Playa del Carmen, hecho que fue dado a conocer a través de los medios de comunicación.

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A continuación, se muestra una entrevista realizada en el sitio Kaliman_Azul a Gumaro, donde cuenta a detalle cómo le quitó la vida a su amante, además dejó en claro que él creía en Dios y todos los días le pedía que lo protegiera.

La primera pregunta que se le hizo fue su nombre, respondiendo con voz firme: “Gumaro de Dios Arias”, a la que siguió su edad: “27 voy a cumplir en abril”. Conforme fue avanzando la plática, se le preguntó el delito que había cometido, siendo la respuesta dos palabras: “Por homicidio”. Al seguir los cuestionamientos, el entrevistado en forma tranquila, dijo: “Lo maté y me lo comí”.

Gumaro en sus contestaciones se refería a su entonces amigo y amante Raúl, conocido también como “El Compinche” o “El Guacho”. La fecha del crimen fue el 12 de diciembre de 2004 en un lote abandonado ubicado en el kilómetro 126 de la carretera Chetumal-Playa del Carmen.

Retomando la entrevista, al contar sobre aquella fecha, el cardenense mencionó que todo comenzó por un dinero que le debía (550 pesos), y le pidió en el momento, pero “El Guacho”, le dijo que no lo tenía. Y tras sostener relaciones sexuales, fueron a recorrer la zona.

“Con él (El Guacho) recogiendo latas y comiendo de lo que está tirado en la carretera. Ya después me trae un pedazo de cable grande de luz, de esos negros, gruesos, y después lo agarro y pues ni modo, ya te llegó tu hora, y el chavo quiere salir huyendo cuando ya decidí quebrarlo, le comencé a dar de los pies a la cabeza con el cable”.

Pese a lo atroz del relato, Gumaro lo contó como si se tratara de una hazaña: “Gritaba, y para que no gritara le amarré la cabeza con un pedazo de trapo, y así vivo le dije: déjate, es que te voy a matar”.

Ni los ruegos de su amigo lo detuvieron: “No vayas hacer eso, poli, poli, auxilio. ¿Cuál auxilio? Aquí no hay auxilio. Le agarro la cabeza y se la amarro, y entonces tuve la idea de colgarlo boca pa’ bajo. Lo colgué vivo. Después decidí buscar un block, le di en la cabeza para que dejara de gritar. Se desangró el bato”.

Ya colgado el hombre, el entrevistado mencionó: “Lo agarraba yo para boxear y patadas que le daba yo. Busco un trinche y toc, toc, y no le entraba nada, y ahí lo tenía yo.

“Ya la siguiente noche fue que pensé, voy a bajar este bato, me lo voy a comer, no tengo comida. No quedó de otra que descuartizarlo. La tripa no la comí”.

Sobre las partes que comió, indicó: “Nada más el mondongo, lo que tiene pegado aquí (señaló a la altura del estómago), corazón, los dos riñones y el hígado, pues a mí me salió, así como a borrego”.

De acuerdo con Gumaro, al matar adquiría los poderes o habilidades de la persona. Para entender un poco más esta parte del sujeto, hay que remontarse unos meses atrás del 2004, cuando huyó al Petén, ubicado en la zona limítrofe de México y Belice, debido a que mató a machetazos a un hombre. En ese lugar conoce a un supuesto brujo maya, llamado “El Sabio”, a quien le prometió matar a tres hombres; con cada muerte adquiriría los poderes de las víctimas.

Así que, al quitarle la vida a “El Guacho” sus habilidades le serían transferidas: “Sí, sí, sí iba yo a ser campeón (él pensaba que sería buen albañil, profesión de occiso). Cuando lo maté me iba yo a transformar en otra persona… así me aparentaba ser como un güero, grande… yo decía: me voy a casar con una gringa (Sic)”.

Durante la plática, fue cuestionado si se sentía feliz por lo que había hecho: “A dos quebré. Eso me hace feliz”.

Un cuestionamiento más fue si creía en Dios a pesar de haber matado: “Pues al principio porque el bato me debía una lana, y pues ni modo tengo que desquitarme, en ese momento no pensé en Dios. Yo todos los días me acuesto diciendo a Diosito que me cuide (Sic)”, concluyó.

Cabe señalar que Gumaro y Raúl se conocieron en el Petén, ambos habían pertenecido a las fuerzas militares; el primero al Ejército y el otro a la Marina, de la cual había desertado. El Caníbal fue denunciado por vecinos de la zona y detenido el 14 de diciembre de 2004, y trasladado a la cárcel municipal de Playa del Carmen.

De acuerdo con medios nacionales, entre sus declaraciones dijo tener pacto con el diablo, y que le gustaba tener relaciones con perras. Estando recluido se cercenó una oreja para comérsela, ya que extrañaba el sabor de la carne humana, lo que ocurrió en 2006. Un año después fue trasladado a penal de Cuautla, Morelos.

En este lugar recibió terapia psicológica, pero en 2008 se le detectó SIDA, por lo que fue reenviado al Cereso de Chetumal y el 11 de septiembre de 2012 murió en el Hospital General de esas tierras. Su cuerpo fue trasladado a su natal Cárdenas, donde fue sepultado en la ranchería La Azucena.