Eran las 7:30 de la mañana del 8 de septiembre de 2008. En la ranchería Felipe Carrillo Puerto, de Frontera, Centla, una nueva pelea se gestaba entre Ana Montserrat y Ezequiel. Como ya era común, ambos comenzaron a discutir; él comenzó a golpearla y la encerró en el baño de su vivienda.
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La madre del varón y suegra de ella, quien observaba muy de cerca la situación, se acercó por unos instantes al baño. Poco después se escuchó una explosión. Ezequiel, probablemente bajo los influjos del alcohol o alguna droga, había bañado en gasolina y prendido fuego a Monserrat. Él también resultó con algunas quemaduras en la frente y las manos; asustado tras lo ocurrido, sólo le alcanzó a decir a su madre “Ya quemé a Montse”.
Ante los hechos, la joven de tan sólo 24 años, resultó con quemaduras de primero, segundo y tercer grado en el 95 por ciento de su cuerpo, y antes de ser ingresada al hospital, señaló a su esposo como el responsable de los hechos, quien además le había introducido unos billetes en la vagina que la estaban lastimando. Diez días después, dejó de existir a causa de la insuficiencia renal aguda que le provocaron las quemaduras.
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En este crimen no sólo Ezequiel fue culpable; la suegra de la muchacha, de nombre Rufina, no la quería. Aseguraba que su hijo la había conocido cuando se desempeñaba como prostituta, por lo que la prefería muerta que casada con Ezequiel. Fue por ese motivo que lejos de auxiliarla el día de los hechos, fue cómplice del individuo, quien huyó con rumbo desconocido.
Después de cometido el crimen, la suegra y su otro hijo, llamado Gamaliel, cubrieron con una sábana el cuerpo calcinado de Ana Montserrat, a quien subieron en un automóvil para trasladarla al Hospital Rovirosa, en donde días después, expiró.
La muerte de Montse despertó la indignación del pueblo centlecos, quienes en su sepelio se manifestaron con carteles, exigiendo justicia y la aprehensión del agresor, de quien se decía que por ser empleado del Ayuntamiento de Centla, tenía la protección del exalcalde Nicolás Bellizia, quien gobernaba la comuna en aquel entonces, cosa que dicho sea de paso, Bellizia Aboaf negó.
No fue sino hasta marzo de 2012 que Ezequiel fue detenido en Campeche, gracias a la colaboración de las autoridades de aquella entidad y Tabasco. El individuo confesó los hechos que se le imputaban. Al momento de su detención, las autoridades determinaron que el inculpado tenía otra orden de aprehensión por el delito de lesiones en agravio de una menor.
En tanto, la madre del asesino confeso y su hermano, fueron sentenciados por falsedad de declaraciones ante una autoridad; las autoridades determinaron además que Rufina tenía la capacidad de manipular, se sabía situar en la interacción social, y mostraba agresividad infantil y falta de cariño.
Finalmente el clamor de una madre fue escuchado, y los responsables del artero crimen fueron detenidos. La situación de violencia entre la pareja databa del noviazgo, a decir de la madre de la occisa, sin embargo el problema se agudizó al comenzar a vivir juntos. Producto de esa relación nació Heyder, quien quedó huérfano a los cinco meses de nacido.