/ domingo 8 de julio de 2018

La oportunidad estratégica para la paz entre Corea del norte y EU

El encuentro entre Donald Trump y Kim Jung-un se ha encaminado a terminar con la tensión bélica en el mundo

BEIJING, China. Este 2018 la península coreana capta la atención internacional pero por motivos muy distintos a los del año pasado, pues ahora está en marcha y con pasos alentadores un proceso de entendimiento que -de mantener el ritmo actual- puede conllevar a la necesaria paz y desnuclearización.

Todo comenzó justo al inicio de enero cuando la República Popular Democrática de Corea (RPDC) abrió la brecha a una sucesión de contactos con Corea del Sur donde consensuaron viajes recíprocos de altos funcionarios, la presencia del Norte en las Olimpiadas de Invierno Pyeong-Chang 2018 y hasta actuaciones artísticas en ambos territorios.

De ahí se desprendieron dos importantes cumbres. En la primera el líder norcoreano, Kim Jong-un, se reunió el 27 de abril con el presidente surcoreano, Moon Jae-in, y constituyó un punto de partida para avanzar más hacia la reconciliación entre ambos lados de la península.

Luego el 12 de junio Kim conversó en Singapur con el mandatario de EU, Donald Trump, tras casi 70 años sin celebrarse un encuentro de ese tipo tan indispensable para cerrar una larga saga de provocaciones, amenazas y sanciones, y dejar espacio a la tolerancia y la comprensión.

Contrario a lo que quizás muchos esperaban, la cita transcurrió de principio a fin en un ambiente de cordialidad, marcado por apretones frecuentes de manos, sonrisas y distensión entre los gobernantes y sus equipos acompañantes.

Kim y Trump tocaron muchos temas, desde los vinculados a los derechos humanos, la repatriación de los restos de al menos seis mil estadounidenses fallecidos durante la guerra coreana y hasta intercambiaron y aceptaron visitas a sus respectivas naciones, pero sólo “en el tiempo apropiado y cuando se despeje más el camino”.

Terminaron con la sorpresa de una declaración conjunta firmada por los dos y en la cual expresaron el consenso de trabajar juntos por normalizar sus relaciones y desnuclearizar la península coreana para devolverle la paz y estabilidad.

El mismo mandatario norteamericano describió la reunión de inédita, honesta, directa y productiva, porque abrió esperanzas sobre el fin del conflicto surgido con la guerra de Corea hace 65 años y demostró que los adversarios pueden convertirse en amigos.

“Estamos listos para comenzar una nueva historia, un nuevo capítulo entre nuestros países”, aseveró.

Sin embargo, Trump indicó que presionará todo lo posible para completar la desnuclearización, pero advirtió que científicamente ese proceso lleva tiempo y las sanciones sólo se levantarán cuando Washington tenga certeza de la inexistencia de los armamentos.

Las reacciones internacionales sobre ese encuentro surgieron de inmediato de un lado al otro del orbe y, de manera general, con optimismo y destaque de cómo la diplomacia pudo ahuyentar el estallido de una confrontación más.

Uno de los primeros países en saludarlo fue China, cuyo ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, deseó que contribuya a fomentar la confianza mutua, ayude a despejar las interferencias y dejar atrás las dificultades sobre la base de consenso.

Aunque Beijing destacó los resultados alentadores y positivos de la cumbre, alertó que el conflicto aún existe y es imperativo más acciones negociadoras.

Por lo cual pidió a las partes ser pacientes, seguir los contactos y aprovechar las oportunidades generadas por la actual coyuntura para que la solución política sea un proceso irreversible, al reiterar apoyo y determinación a continuar jugando un papel importante en concretar una resolución.

Corea del Sur, por su parte, consideró la cumbre de Kim y Trump una victoria y dijo tener intensiones de mostrar cierta flexibilidad en la determinación de fechas y formatos necesarios para este año poner fin verdaderamente a la guerra con la RPDC.

Las dos Coreas están técnicamente en guerra y cesaron las hostilidades en 1953 con la firma de un armisticio tras tres años de enfrentamientos bélicos. Una de las metas presentes en el proceso de acercamiento que mantienen desde principios de 2018, es cerrar de acuerdo de paz que reemplace a dicho armisticio, posibilite la estabilidad duradera y la reconciliación.

Si verdaderamente hay deseo de poner una piedra sobre la crisis coreana debe persistir esa tendencia alimentada de acciones acertadas, sin imposiciones y sobre todo, sustentadas en el respeto.

BEIJING, China. Este 2018 la península coreana capta la atención internacional pero por motivos muy distintos a los del año pasado, pues ahora está en marcha y con pasos alentadores un proceso de entendimiento que -de mantener el ritmo actual- puede conllevar a la necesaria paz y desnuclearización.

Todo comenzó justo al inicio de enero cuando la República Popular Democrática de Corea (RPDC) abrió la brecha a una sucesión de contactos con Corea del Sur donde consensuaron viajes recíprocos de altos funcionarios, la presencia del Norte en las Olimpiadas de Invierno Pyeong-Chang 2018 y hasta actuaciones artísticas en ambos territorios.

De ahí se desprendieron dos importantes cumbres. En la primera el líder norcoreano, Kim Jong-un, se reunió el 27 de abril con el presidente surcoreano, Moon Jae-in, y constituyó un punto de partida para avanzar más hacia la reconciliación entre ambos lados de la península.

Luego el 12 de junio Kim conversó en Singapur con el mandatario de EU, Donald Trump, tras casi 70 años sin celebrarse un encuentro de ese tipo tan indispensable para cerrar una larga saga de provocaciones, amenazas y sanciones, y dejar espacio a la tolerancia y la comprensión.

Contrario a lo que quizás muchos esperaban, la cita transcurrió de principio a fin en un ambiente de cordialidad, marcado por apretones frecuentes de manos, sonrisas y distensión entre los gobernantes y sus equipos acompañantes.

Kim y Trump tocaron muchos temas, desde los vinculados a los derechos humanos, la repatriación de los restos de al menos seis mil estadounidenses fallecidos durante la guerra coreana y hasta intercambiaron y aceptaron visitas a sus respectivas naciones, pero sólo “en el tiempo apropiado y cuando se despeje más el camino”.

Terminaron con la sorpresa de una declaración conjunta firmada por los dos y en la cual expresaron el consenso de trabajar juntos por normalizar sus relaciones y desnuclearizar la península coreana para devolverle la paz y estabilidad.

El mismo mandatario norteamericano describió la reunión de inédita, honesta, directa y productiva, porque abrió esperanzas sobre el fin del conflicto surgido con la guerra de Corea hace 65 años y demostró que los adversarios pueden convertirse en amigos.

“Estamos listos para comenzar una nueva historia, un nuevo capítulo entre nuestros países”, aseveró.

Sin embargo, Trump indicó que presionará todo lo posible para completar la desnuclearización, pero advirtió que científicamente ese proceso lleva tiempo y las sanciones sólo se levantarán cuando Washington tenga certeza de la inexistencia de los armamentos.

Las reacciones internacionales sobre ese encuentro surgieron de inmediato de un lado al otro del orbe y, de manera general, con optimismo y destaque de cómo la diplomacia pudo ahuyentar el estallido de una confrontación más.

Uno de los primeros países en saludarlo fue China, cuyo ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, deseó que contribuya a fomentar la confianza mutua, ayude a despejar las interferencias y dejar atrás las dificultades sobre la base de consenso.

Aunque Beijing destacó los resultados alentadores y positivos de la cumbre, alertó que el conflicto aún existe y es imperativo más acciones negociadoras.

Por lo cual pidió a las partes ser pacientes, seguir los contactos y aprovechar las oportunidades generadas por la actual coyuntura para que la solución política sea un proceso irreversible, al reiterar apoyo y determinación a continuar jugando un papel importante en concretar una resolución.

Corea del Sur, por su parte, consideró la cumbre de Kim y Trump una victoria y dijo tener intensiones de mostrar cierta flexibilidad en la determinación de fechas y formatos necesarios para este año poner fin verdaderamente a la guerra con la RPDC.

Las dos Coreas están técnicamente en guerra y cesaron las hostilidades en 1953 con la firma de un armisticio tras tres años de enfrentamientos bélicos. Una de las metas presentes en el proceso de acercamiento que mantienen desde principios de 2018, es cerrar de acuerdo de paz que reemplace a dicho armisticio, posibilite la estabilidad duradera y la reconciliación.

Si verdaderamente hay deseo de poner una piedra sobre la crisis coreana debe persistir esa tendencia alimentada de acciones acertadas, sin imposiciones y sobre todo, sustentadas en el respeto.

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