Científicos mexicanos desarrollan una investigación a base de biomarcadores específicos para mejorar el diagnóstico de alzheimer, el cual hasta ahora es clínico y presuntivo.
En entrevista con EFE, el doctor José Luna Muñoz, coordinador del Banco Nacional de Cerebros del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional y quien lidera el estudio, explica que cuentan con 350 cerebros para investigar este padecimiento.
El investigador señala que algunos de estos cerebros eran de personas diagnosticadas con alzheimer, pero también existen otros de pacientes que no tenían ninguna enfermedad neurodegenerativa.
La idea, detalla, es que se puedan observar las diferencias entre un órgano sano y otro dañado.
“Nosotros tenemos que entender el procesamiento molecular que se presenta en cerebros con alzheimer y lo tenemos que comparar con otras enfermedades neurodegenerativas, pero también con cerebros sanos”, indica el especialista.
Una de las principales líneas de investigación del doctor Luna es el procesamiento de la proteína tau, la cual se altera cuando se presenta con el alzheimer “y con otras enfermedades neurodegenerativas llamadas taupatías”, señala.
El doctor Luna explica también que la enfermedad de Alzheimer tiene dos formas de aparecer, una es genética y la otra de manera esporádica.
La genética, argumenta, representa solo el cinco por ciento de los casos de la enfermedad “y se asocia a un factor genético como mutaciones de las proteínas presenilina 1, presenilina 2”.
Agrega que el 95 por ciento restante de los casos de alzheimer se presenta de forma esporádica después de cumplir los 65 años de edad.
Sin embargo, asegura que desafortunadamente “no sabemos qué lo está originando; por eso es tan importante que podamos entender el proceso molecular y encontrar un marcador específico”.
Además, el coordinador del Banco de Cerebros indica que a través de las investigaciones realizadas desean crear un método de diagnóstico no invasivo para poder identificar tempranamente esta enfermedad.
Esto, dice, porque el proceso degenerativo empieza 20 años antes de que se desarrolle la enfermedad, pero no se puede detectar porque se necesita una cantidad considerable de neuronas que mueran en un área específica para que dé un síntoma clínico y sea identificado.
El especialista afirma que en la actualidad el Banco cuenta con 350 cerebros en custodia, un gran número en comparación con los 17 con los que inició en 1992, cuando estaba bajo la dirección del doctor Raúl Mena López.
“Fue una labor titánica debido a que obviamente estamos acostumbrados a escuchar la donación de órganos para trasplantes, pero no la donación de órganos o tejidos o cerebro para investigación”, afirma el investigador.
El especialista apunta que cualquier persona puede ser donador, y “de hecho es muy importante que podamos tener cerebros de personas sin alteraciones neurodegenerativas”.
Para poder ser donador, la persona debe manifestar su voluntad al Banco de Cerebros y firmar una carta de intención con dos testigos. A su muerte, los familiares deben avisar para que se pueda dar acceso al Instituto Nacional de Neurología, donde se realiza la extracción del órgano, proceso que dura unos 90 minutos.
El doctor explica que el cuerpo es tratado con respeto y sin dañarlo.
Para que el cerebro sirva para ser investigado, debe ser extraído durante las primeras 12 horas después de la defunción.
Una vez que se extrae se divide en los dos hemisferios; uno se mantiene en fijación con alehídos y la otra en congelación de menos 80 grados.
“Con el tejido teñido se hace el diagnóstico a través de marcadores específicos sobre la proteína tau”, explica Luna.
El Banco provee de tejido no sólo al Cinvestav sino también a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) así como a otras instituciones, e incluso existen varios convenios con universidades en España.
Hasta el momento, el Banco ha obtenido cerebros con “alteraciones neurodegenerativas, dentro de ellos, con párkinson, huntington y demencia frontotemporal”.
“Esto nos ha ayudado mucho a entender el procesamiento molecular para la enfermedad de alzheimer”, finalizó.