La siguiente historia nos la cuenta Teresa “N”, habitante de Villahermosa. Los acontecimientos que a continuación se relatan sucedieron en el año de 1936 en la colonia Tamulté de las Barrancas, que es una de las más populares del municipio de Centro.
En esa época, en dicha demarcación, vivió una mujer sin la piel, todo su cuerpo estaba descubierto, las carnes se le podían ver y sólo ocultaba su condición entre unas hojas de plátano.
Los sucesos que llevaron a esta anormal situación comenzaron 10 u 11 años atrás; se decía de la mujer, de aproximadamente 27 años, que estaba entregada a la brujería desde su adolescencia, sin saber a ciencia cierta quién le había enseñado este tipo de practicas, algunos afirmaban que la mamá, muerta hace tiempo, había sido su maestra, pues su familia era de brujos.
Entre las tantas habilidades esotéricas dominadas por la muchacha, estaba la de transformarse en lo que quisiera: animal, ave, serpiente, etcétera. Debido a estos cambios de forma, era muy solicitada para hacerle daño a otras personas; ya sea a través de enfermarlos, separarlos de sus parejas, provocarles problemas económicos, incluso quitarles la vida.
La mujer aparte de estos trabajos, salía por las noches, por lo regular convertida en lechuza; el adoptar la apariencia de un ave le permitía meterse a las casas y llevarse objetos de valor, esto lo hacía en la madrugada, cuando los habitantes de cualquier vivienda, normalmente estaban dormidos. Cabe mencionar, que en aquella época había quienes dormían con la ventana abierta, más en los meses de calor.
Estas salidas las hacía todas las noches, el marido no se daba cuenta, pues caía en un profundo sueño, debido a que ella a la hora de la cena, le echaba al café del hombre un preparado que funcionaba como un potente somnífero. Así estuvo por muchos años. Sin embargo, fue en una noche de 1936 que a la joven se le olvidó incorporarle la sustancia a la bebida de su pareja, los dos se fueron a dormir. El hombre que simplemente tenía cerrado los ojos, sintió un movimiento en su cama, lo primero que pensó es que su esposa se había cambiado de posición, por esta razón no le dio importancia al pequeño zamarreo.
El sujeto abrió los ojos al escuchar que su cónyuge se levantaba, entonces ya le pareció un poco sospechosa la actitud de su mujer, dejó que saliera del cuarto, enseguida se levantó y vio que ella se dirigía a la parte trasera de la casa, se detuvo junto a un árbol de tamarindo que había en el patio; el hombre, lo más silenciosamente posible, se acercó y colocó detrás de unos grandes arbustos, ahí ante sus ojos vio cómo la bata y la piel de la joven caían de su cuerpo, cuando aún no salía de su asombro, la silueta femenina le dio paso a la de un búho, y de entre la piel y la bata, tendidas en el piso de tierra, alzó el vuelo.
Desconcertado se acercó al lugar de donde partió el ave, ahí estuvo por unos minutos, simplemente viendo el pellejo. Tras salir de su asombro, mezclado con miedo, se dirigió a su casa, específicamente a la cocina para tomar un puñado de sal y regresó al lugar, sin perder tiempo, enseguida echó sobre la piel toda la sal que llevaba en la mano, después, esperó a su mujer escondido detrás del tamarindo. Eran alrededor de las 4 de la mañana cuando el ave nocturna regresó, se posó sobre la piel y tomó la forma humana, sin embargo al ordenar que el cuerpo fuera nuevamente cubierto, esto ya no pudo ser, en ese momento la mujer cayó en pánico y comenzó a gritar, mientras esto pasaba el hombre salió detrás del árbol, ambos se miraron, y lo único que alcanzó a decir la joven: ¿qué me haz hecho? Después perdió la razón.
El esposo lo único que pudo hacer es cortar unas hojas de plátano y envolver a su mujer, quien así vivió el resto de su vida; pidiendo, dentro de su locura, que la muerte le llegara pronto.
"Advertencia: la presente historia no es real. Se trata de una pieza de entretenimiento cuya única finalidad es hacer pasar un rato de esparcimiento a nuestros lectores. Cualquier parecido con personas y situaciones cotidianas, se trata de una coincidencia"