Vive en las ‘garras’ de las adicciones

A sus trece años no tiene conocimiento del mundo que le rodea

José Guadalupe Pérez

  · domingo 23 de junio de 2019

Extraña a sus compañero que falleció en la casa abandonada donde vive. /Iván Sánchez

A sus trece años de edad, Fernando no tiene conocimiento del mundo en que vive. No conoció a sus padres, y como amigo sólo tiene a un perro callejero con el que comparte un espacio en una casa abandonada del boulevard Adolfo Ruiz Cortines.

El es uno de tantos jóvenes en situación de calle y con problema de adicciones, que sin embargo, se resisten a acudir a algunos de los centros de atención social para menores de edad.

Tanto él como el perro, a quien llama "Pellejo" extrañan a Fabián, su compañero de 18 años quien fuera hallado muerto en esa vivienda abandonada a unos metros de esta casa editorial.

Sin oficio, ni beneficio, este adolescente pulula por las calles de la ciudad de Villahermosa, principalmente en la zona de Tabasco 2000, en donde recibe ayuda de algunos vecinos y trabajadores de oficinas cercanas, quienes cada día le regalan comida.

Para él, resulta difícil articular incluso una frase coherente, ya que reconoce estar “en las garras” de las adicciones, y como muestra, la mayor parte del tiempo se le ve portando una botella de refresco vacía con alguna sustancia tóxica, que inhala de manera constante.

“No conozco a mis padres, ni siquiera sé por qué estoy aquí”, comenta mientas accede a responder algunas preguntas, en tono dócil sin ocultar el carácter huraño de quien sabe que la mayor parte del tiempo es visto como “un bicho raro”.

Mientras nos muestra algunos de los espacios de “su vivienda”, misma que lleva varios años abandonada por sus legítimos dueños, se puede notar en cada rincón olores fétidos que van desde ropa sucia, alimentos descompuestos, hasta el penetrante olor de la orina y las heces fecales.

Las desgastadas paredes son testigos mudos de una vida de desesperación, aunque también de desconocimiento del mundo exterior, de lo que es estar en un aula con jóvenes de su edad.

Sin embargo, Fernando, quien comenta que nació en el municipio de Teapa pero que ignora cómo llegó a Villahermosa, no puede escapar a su rutina diaria de salir por la mañana de esa casa abandonada para evitar ser molestado, y llegar por las noches a tratar de descansar en un viejo colchón, posiblemente lleno de pulgas y garrapatas, dado que su único amigo, “Pellejo”, también duerme ahí.

-¿Por qué no vas a un albergue?- Es una de las preguntas que seguramente le haría cualquiera que se cruzada con él por las calles.

Una mirada seca, con una frase cortada encierra toda respuesta posible. –Es peor estar ahí-, responde antes de perderse en el boulevar Adolfo Ruiz Cortines.