Astapa, un fraccionamiento que, durante más de dos décadas, había permanecido a salvo de las crecidas del río Grijalva, de repente, se ve nuevamente sumido en la furia de las aguas. Para los residentes de este lugar, esta inundación fue un inesperado y amargo recordatorio de la vulnerabilidad que enfrentan cada temporada de lluvias.
Marbella Trujillo, una de las voces afectadas, ha sido testigo de la evolución de Astapa a lo largo de su vida. Con un gesto de preocupación en su rostro, explica su angustia: "Estamos esperando que las autoridades nos apoyen y que el agua baje para volver a casa. Llevamos dos días en la calle con la familia".
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En esta ocasión, lograron rescatar parte de sus pertenencias, pero otra parte se encuentra en una carpa instalada en la carretera. Un llamado apremiante a las autoridades se convierte en un eco común entre los habitantes de Astapa. Marbella hace hincapié en la necesidad de reparar las lámparas en las calles, pues la oscuridad que se cierne sobre el fraccionamiento es una preocupación latente, agravada por el temor a que las serpientes, como el coral, aparezcan en las inmediaciones.
Marisol Vázquez Díaz, residente desde hace 30 años, relata cómo la inundación la sorprendió lejos de su hogar, sin tiempo para proteger todas sus posesiones: "Estábamos en Macuspana debido al fallecimiento de un familiar, y cuando regresamos, nos encontramos rodeados de agua. Logramos rescatar algunas pertenencias, pero el refrigerador flotaba a medio metro de altura, a pesar de estar colocado sobre cinco bloques".
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Marisol es una de las muchas familias que han improvisado refugios temporales a lo largo de la carretera que conecta Astapa con otras comunidades. En estas carpas, han instalado camas, ventiladores y electrodomésticos, creando una vida provisional en medio de la incertidumbre.
Las aguas de Grijalva, a las que habían vivido ajenos durante tanto tiempo, han vuelto a sumir a Astapa en la incertidumbre y la necesidad de resiliencia. Los habitantes, en medio de la adversidad, esperan la ayuda de las autoridades y la oportunidad de regresar a sus hogares, mientras mantienen viva la esperanza de que este episodio no se convierta en una nueva realidad para las próximas generaciones.