La siguiente historia forma parte de la tradición oral del estado de Tabasco, bien puede tratarse de una pieza de ficción o pertenecer al imaginario popular. Algunos de los relatos que aquí publicamos son dados por verdaderos entre quienes afirman haberlos vivido, sin embargo, en la presente sección simplemente difundimos estos contenidos para que nuestros queridos lectores pasen un rato entretenido.
Un policía todas las noches le marcaba a su esposa para informarle que estaba bien, pues ella sabía que por su profesión en cualquier momento se podría enfrentar al peligro, ya sea en forma de un delincuente de poca monta o de un narcotraficante. Sin embargo, una noche el agente encargado de la seguridad de la sociedad estuvo a punto de perder la vida, no a manos de un hampón sino de un nahual, a raíz del ataque decidió dejar el estado. A continuación los acontecimientos que llevaron al hombre a tomar tan drástica decisión.
La llamada
La voz de Enrique Iglesias cantando el tema Bailamos, rompe el silencio; es el tono del celular de la cónyuge del uniformado, toma la llamada, un voz agitada con palabras entrecortadas se escucha; la mujer sabe que algo anda mal, lo primero que le viene a la cabeza es que su esposo está herido, no es así, pero con el paso de las horas se irá dando cuenta de la gravedad del asunto, el cual no tiene relación con la delincuencia.
El hombre suplica a su pareja que marque a la corporación, la indicación es que alguien vaya por él, le da la ubicación. Angustiada, hace lo que le pidió. Minutos después llega una patrulla con dos policías, ambos de uniforme azul marino y chalecos antibalas, se bajan de la unidad, a los pocos metros el sujeto, también en un vehículo de la corporación; el cristal de la ventanilla del lado del conductor, roto. Se acerca uno de ellos con mucha desconfianza y temor, no sea que haya sujetos armados, la sensación de zozobra desaparece al comprobar que su amigo es el único que está ahí, físicamente se encuentra bien, sin embargo su alma no.
Horas antes
La oscura calle de un poblado detrás de una patrulla que está en contraesquina de una tienda de conveniencia y el cielo nocturno nublado presagiando lluvia, eran el preámbulo de los extraños hechos. Dentro de la unidad el agente, solo, el que iba a patrullar con él se reportó enfermo y no había personal suficiente para sustituirlo; coincidencia o debemos aceptar que hay fuerzas extrañas que controlan el destino de los seres humanos. En realidad a él le da igual tener compañero o no, y más en esos momentos que está mandando WhatsApp a su segundo frente; se ponen de acuerdo cuándo se van a ver. La deficiente luminosidad de la zona es apenas interrumpida por el Oxxo. De pronto la plática virtual se vio cortada por un par de mujeres, sus voces chillonas alertaron al hombre que una estudiante de una escuela cercana había sido atacada por un maleante. El sonido de la sirena se escuchó, silenciándose hasta llegar al lugar señalado. Efectivamente, una muchacha con los nervios alterados apoyada sobre un árbol de ceiba es lo que encontró.
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Junto a la adolescente un grupo de amigas y una maestra, todas hablaban al mismo tiempo; entre el mar de discursos desordenados una afirmación era constante, que el atacante siempre merodeaba por la zona envuelto en una gabardina negra; incluso ya había matado a dos jovencitas. El cuico preguntó si ya habían levantado la denuncia correspondiente, a lo que las alumnas y la profesora se vieron unas a otras, después la educadora respondió, que difícilmente les iban a creer. La contestación dejó intrigado al sujeto.
El interrogatorio fue interrumpido por noticias sobre el paradero del delincuente; los lugareños mencionaron que se encontraba al fondo de la calle. La patrulla se movió en dirección de donde estaba el susodicho, conforme se acercaba la unidad el conductor vio que lo único en el lugar era un perro.
El encuentro
Ante la falsa alarma, el uniformado decidió no bajar del vehículo, y desde el interior vio algo fuera de toda lógica; el can se paró en dos patas, comenzó a tomar forma de hombre pero sin perder sus facciones perrunas, comprendió en ese momento que la gabardina en realidad era el pelaje negro del ser. Sus ojos comenzaron a ponerse rojos. En tamaño creció poca más de dos metros. Cuando estuvo completa la transformación se acercó a la patrulla, el conductor intentó arrancarla, sin embargo, la rapidez de los movimientos de la bestia le ganó al pie en el acelerador. Lo único que pudo hacer el aterrado sujeto es subir el vidrio, aunque de poco sirvió porque el ente de un puñetazo lo rompió.
La situación se puso más extraña, pues la criatura al acercar su hocico a la cara del policía, le dijo que se notaba era de otra parte del país, cosa que era cierta. En tono amenazante agregó que en Tabasco pasan cosas que están fuera de su entendimiento y que sería mejor ignorarlas, y de no ser así la muerte le esperaba. Al terminar de hablar, el ser se alejó rápidamente. Pasaron quince minutos para que el policía reaccionara. Marcó a su esposa para que alguien de la corporación fuera por él.
En su casa
Ya en su casa la esposa lo recibió con los ojos irritados, se notaba que había llorado, llegó a pensar que en cualquier momento le informarían sobre su deceso. No murió, ni heridas o lesiones internas tenía, pero hubiera preferido enfrentarse a un delincuente y que lo llevaran grave a un hospital, pues la experiencia vivida rompía con todo lo considerado normal.
Una noche de insomnio y sobresaltos pasó el hombre, el recuerdo del perro hablándole no se lo podía quitar de sus pensamientos, cerraba los ojos y veía a la bestia. A partir de ese día comenzó a padecer de presión alta.
La advertencia
Al día siguiente como si una fuerza lo llamara, regresó al lugar de su aterrador encuentro, ahí en el sitio donde estuvo su patrulla una mujer con una olla vendía tamales, se le acercó, le preguntó si era de ese lugar, a lo que ella respondió que sí. Entonces, mostrándose como si fuera la primera vez que estaba ahí, hizo otra pregunta respecto si no había notado o escuchado algo extraño; el tono amable de las contestaciones de la comerciante cambió.
Las palabras dejaron de ser apacibles, se convirtieron en advertencias que daban a entender, que todos sabían quién era la persona que se transformaba en nahual (ese fue el nombre que le dio la mujer), asimismo, muchos por querer saber más de él habían salido huyendo del estado y otros, menos afortunados, perdido la vida. Y en su caso lo mejor era irse a vivir a otra parte, pues la bestia lo había perdonado, pero si se topaba otra vez con ella no correría la misma suerte.
No echó en saco roto los consejos de la mujer y a las pocas semanas renunció a su trabajo, dejó la entidad con su esposa y nunca más se volvió a saber de él. Los rumores, esos que no faltan en la vida cotidiana, daban cuenta que el hombre se volvió alcohólico, porque quería olvidar, fugarse de la realidad en que vivía, la cual le mostró un rostro diferente, infernal, monstruoso.