La gran mayoría de los ciudadanos ya no se ponen el cubrebocas, aunque su uso sigue siendo una opción para protegerse del coronavirus y otros males respiratorios.
Ya no recuerdan los tabasqueños los momentos de temor y sufrimiento que les causó la pandemia de COVID-19, que cobró miles de vidas, obligó al confinamiento y generó una fuerte crisis económica por la parálisis en las actividades de todos los sectores.
Decenas de personas se pasean por lugares públicos, plazas comerciales, mercados, parques, por las calles del centro de la ciudad ya sin protección.
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Ya no tienen el cuidado y la precaución de colocárselo o por lo menos traerlo para utilizarlo si en algún momento se les pide para tener acceso a algún sitio.
Todavía hace algunas semanas los conductores de combis y taxis exigían a los usuarios portarlo porque "si no me va a multar Movilidad".
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Esto, debido a que los índices de contagios y hasta de personas fallecidas por la enfermedad tuvieron un comportamiento a la alza.
Pero eso ha quedado prácticamente en el olvido, ya ni siquiera se fijan si la gente lo trae puesto al abordar las unidades, así traigan dos, tres o quince pasajeros.
Desde que ya no es obligatorio en espacios abiertos y cerrados, los centros comerciales y restaurantes tampoco lo exigen a sus clientes.
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Aunque hay que reconocer que otras personas que por prevención o ya por costumbre no han dejado de utilizarlo y lo cargan a dónde quiera que van.