En los últimos años Tabasco ha perdido de 6 a 8 metros de sus zonas costeras, donde el mar se “come” poco a poco áreas que antaño eran habitadas y que ahora lucen como pueblos “fantasma”.
El caso más dramático se vive en la villa Sánchez Magallanes donde no se ha podido frenar este fenómeno, que viene afectando a la población de esa localidad desde hace ya varias décadas, atribuido sobre todo al cambio climático.
El incremento del nivel del mar es un evento extremo que impactará gravemente las zonas costeras bajas, como es el caso de Tabasco. A nivel nacional la costa tabasqueña es de los sitios más vulnerables ante tal evento, por lo que es necesario estimar localmente el grado de su vulnerabilidad.
Tabasco se ha visto históricamente afectado por situaciones extremas, principalmente por inundaciones ocurridas en los últimos 20 años (1995, 1999 y la más drástica en 2007). También existe evidencia de erosión, pues hay reportes de que en los últimos 30 años el litoral ha sufrido retrocesos costeros en Sánchez Magallanes y en la desembocadura río San Pedro y San Pablo.
La zona costera es considerada de alto riesgo y por lo tanto constituye uno de los sitios más críticos ante la elevación del nivel del mar, esto representaría la modificación en la ecología de recursos de alto valor ecológicos (humedales, sistemas lagunares, entre otros) y socioeconómicos (recursos pesqueros, activos de producción petrolera, puertos, entre otros), que son especialmente importantes para la economía estatal y nacional.
Asociado a ello, habitan en una franja de 5 km poco más de 90 mil personas en 147 localidades algunas ubicadas en la costa, de ahí la gran preocupación gubernamental para atender la problemática y las posibles afectaciones sobre el gran patrimonio socioambiental del estado.
Los constantes problemas de inundaciones y desbordamientos de ríos, la deforestación debido a la intensa actividad agropecuaria y la explotación irracional de hidrocarburos, son algunas de las causas por las que la entidad está sufriendo la pérdida de su territorio, y que por tanto, se coloca como uno de los estados que más han sentido los efectos del Cambio Climático.
A estos problemas, se suma el hundimiento de las cuencas bajas de los ríos Grijalva y Usumacinta, por el proceso natural de sedimentación y la extracción de petróleo y agua.
Sobre el tema, se han realizado infinidad de estudios y realizado cambios en la política pública de los tres niveles de gobierno, aunque todavía hay mucho camino que recorrer en un segmento muy importante, que es la concientización ciudadana, ya que hace falta mucha cultura por parte de la población para llevar acciones tan simples, como el cuidar de los ecosistemas, ahorrar el agua y la energía eléctrica, y sobre todo reducir los niveles de contaminación atmosférica.
De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), el Cambio Climático es un proceso que ya inició y solo se han visto sus primeros efectos, por lo que no queda más que redoblar esfuerzos a los tres órdenes de Gobierno por infundir una amplia consciencia global ciudadana a fin de tomar las medidas pertinentes basadas en una planeación estratégica.
Por lo que través de diversos proyectos financiados con recursos compartidos del CONACYT y el gobierno de Tabasco se han realizado desde hace más de una década estudios de vulnerabilidad, en colaboración con diversas instituciones que integran la Red Académica sobre Desastres en Tabasco, como el Instituto de Geografía de la UNAM y el Colegio de la Frontera Sur.