Reparar imágenes religiosas, y especialmente en esta temporada las del Niño Dios, ha sido el trabajo de Carlos Mario Pérez García desde hace 42 años, quien debido a su alta experiencia, ha restaurado piezas que sobrevivieron a la persecución religiosa de Tomás Garrido Canabal en el año de 1928.
Con un pequeño local en la sede provisional del mercado "José María Pino Suarez", don Carlos trabaja largas horas en la restauración de estas piezas de cerámica, aunque también rehabilita algunas de madera que tienen más de 50 años de antigüedad.
No obstante, la crisis económica y el cambio de sede a la colonia Casa Blanca, han desplomado las ganancias de este restaurador, quien hace tres años en el mercado original llegaba a trabajar más de mil 100 piezas, en tanto, ahora escasamente lleva 28, entre Vírgenes Marías y Niños Dios.
“Es una de las buenas temporadas, pero desafortunadamente, estamos a un 10 % de lo que era anualmente en el nuevo mercado", indicó.
Debido a esto, se ha visto en la necesidad de realizar otras actividades para obtener recursos y así mantener a su familia, como ser árbitro de futbol, reparar celulares y hasta fungir como delegado municipal.
“Nos dedicamos a componer celulares, soy árbitro de futbol, tenemos que tener otras actividades y también me eligieron como delegado municipal, tenemos que tener otras actividades para poder salir adelante”, aseveró.
El oficio "relató" lo aprendió de su hermana, quien de manera conjunta recibió los conocimientos de su suegro, derivándose de esto al menos siete generaciones de personas que aprendieron a restaurar imágenes religiosas.
"Lo aprendí hace 42 años de mi hermana y a su vez ella lo aprendió hace muchos años del señor Lorenzo Vargas que es su suegro. Después lo hemos ido pasando de generación en generación, tanto que aquí hay alrededor de siete generaciones que aprendieron de aquí, hijos, amigos y trabajadores", acotó.
Una de las imágenes más antiguas que ha reparado, expuso, es un Niño Dios de 25 centímetros tallado en madera, que sobrevivió a la persecución de Tomás Garrido Canabal, y ahora, se lo llevan cada tres o cuatro años para su mantenimiento.
Finalmente, don Carlos dijo tener la esperanza que en el nuevo mercado las cosas se mejoren, pues de lo contrario, aun y cuando ama este oficio se verá en la necesidad de abandonarlo para dedicarse de lleno a otras actividades que le dejen mayores ingresos económicos.