A sus escasos seis años de edad, Juanito “N” no conoce más escuela que las calles de Villahermosa, y más específico, que la zona conurbada entre Centro y Nacajuca.
Para él todos los días son iguales; no hay esparcimiento, juegos infantiles y mucho menos didácticos para estimular su crecimiento.
“Aquí estoy todos los días”, comenta mientras pide unas monedas a los automovilistas que cruzan el puente Carrizal IV, viniendo de la zona de El Country hacia Paseo Usumacinta.
¿Son niños de la calle o en las calles?
El es uno de tantos pequeños que pululan por esa zona cercana al río Carrizal. En ocasiones su familia descansa en los barandales del muro de contención e inclusive debajo del mismo puente.
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Aunque propiamente no son niños de la calle, son pequeños que crecen en las calles solicitando la ayuda de las personas, e inclusive ganándose la vida vendiendo dulces y paletas o hasta limpiando parabrisas.
Una pequeña dos años mayor que él lo acompaña en ocasiones, y entre ambos recorren ese crucero pidiendo el apoyo del os automovilistas.
Su familia, sus padres y tíos, eran de las personas que vivían en condición irregular en el terreno ubicado entre el citado puente y el río Carrizal, pero que fueron reubicados por autoridades estatales hace meses.
Algunos se fueron a la zona de la Selva y otros a Bosques de Saloya, pero diariamente regresan a ese sitio a pedir apoyo con agua, comida o alguna moneda.
El fenómeno de los niños en situación de calle se ha focalizado mayormente en los últimos años en la periferia de la ciudad de Villahermosa. Todavía hasta hace unos años se utilizaba para este fenómeno el término “niños de la calle”, que se diferenciaba de “niños en la calle”, para referirse a los pequeños que sí tenían algún hogar, pero preferían pasar la mayor parte del tiempo fuera de él.
Migración otro problema
De igual forma, se tiene el problema de la migración, ya sea de personas procedentes de Centroamérica que cruzan la frontera sur con la esperanza de alcanzar el sueño americano, pero también se da el caso de personas de otros estados que ante la falta de oportunidades deciden trasladarse a otros lugares en busca de trabajo.
Tal es el caso de la joven Uquío Alor, quien con su familia decidió salirse de su natal Veracruz para irse a Quintana Roo.
“A Villahermosa sólo venimos a hacer una escala”, comenta mientras acompaña a su esposo, que vende algunos productos artesanales en la vía pública para sobrevivir.
Con ellos viajan sus pequeñas hijas, una de 2 años y un pequeño de apenas dos meses, además de y una sobrina de 14 años de edad.
Además les acompaña una perrita de nombre Cuca, de tres meses, motivo por el cual tienen que pernoctar en a vía pública ya que en ningún hotel o posada les quieren recibir.
“Estamos buscando que alguien adopte a la perrita para seguir nuestro viaje”, señala.
“Vamos hacia Cancún, sólo estaremos dos semanas aquí, pero por esta situación de la pandemia es difícil viajar”, refiere.
Comenta que su esposo trabajaba como guardia de seguridad en Coatzacoalcos, pero desde hace 3 meses quedó desempleado y se dirigen a Quintana Roo, porque un conocido les avisó que allá estaban contratando personal.
“Mi esposo está vendiendo unas paletas y a parte figuras con limpia pipas, de eso sacamos para los gastos de mis dos bebecitos y comida”, expresa la joven.
A esta familia la delincuencia y la falta de trabajo los obligó a irse de su lugar de origen, por lo que se han visto obligados a deambular con niños en las calles de Villahermosa.
Por el momento no tienen donde rentar ni a dónde ir, por lo que se quedan a dormir en los cruceros o donde les caiga la noche.
Asimismo, mencionan que antes de abandonar a sus hijos prefieren enseñarles a trabajar en la calle para poder sustentarse.
De esta forma, la permanencia de menores de edad en la calle ha sido un problema constante que se ha triplicado en los últimos años.
¿Por qué es un problema multifactorial?
Para la presidenta de la Asociación civil Aldea por los Niños, Alejandra Arias, se trata de un problema multifactorial.
“Lamentablemente no sólo es igual, sino peor, ya que la pandemia incrementó las estadísticas de violencia infantil al doble, y entre estos casos, aumentó la población de niños en condición de calle, aunque no todos viven en las calles, pues cerca de un 60 por ciento solo salen a trabajar como resultado de la explotación laboral infantil”, manifiesta.
Asimismo, comenta que un 40 por ciento de estos menores son parte o víctimas de redes de trata que operan con la complicidad de las autoridades como Fiscalías y DIF estatal y municipales, quienes por omisión, no han implementado los protocolos de prevención y atención que considera la Ley General de Niños y Adolescentes.
“Es vergonzoso y de hecho, es un delito que los ayuntamientos destinen millonario presupuesto en la contratación de actores y grupos musicales y no es la prevención y atención de la niñez en situación de calle, que a su vez, se expone a la violencia física y sexual”, agrega.
Por ello considera necesario que los presidentes municipales o diputados den a conocer qué están haciendo para resolver este problema para que la gente conozca cómo van en sus programas de atención a la niñez de calle, ya que siguen en completo abandono.
Mencionó que en realidad no existen programas institucionales para combatir este problema, porque las autoridades ni siquiera se han dado cuenta del fenómeno.
Cabe señalar que hay estadísticas nacionales que dicen que sólo el 3 por ciento de los menores en situación de calle se sostienen en la escuela, lo que significa que han desertado para dedicarse al comercio ambulante.
De acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política del Desarrollo Social, (CONEVAL), una persona se encuentra en situación de pobreza cuando presenta al menos una carencia social, y la cual no tiene un ingreso suficiente para satisfacer sus necesidades primordiales.
Mientras que una persona se encuentra en pobreza extrema, cuando presenta tres o más carencias sociales y este no tiene ingreso para poder adquirir alimentos de la canasta básica.
En el caso de Tabasco, en diez años, del 2008 al 2018, en el porcentaje de población con pobreza se ha mantenido similar, sin embargo, ha incrementado el número de personas 132,200, en situación de pobreza.
Durante el periodo, 2008 a 2012, se observó que el porcentaje de población en pobreza mejoró 7.62%, incluso alcanzó a estar debajo del cincuenta por ciento, pero después de esta fecha la situación para esta población vulnerable empeoró.
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Del periodo 2008 al 2018, más de un millón de personas carecieron de estos dos servicios: el acceso a los servicios básicos, el acceso a la alimentación. Y los que mejoraron: acceso a los servicios de salud, rezago educativo, calidad y espacios de la vivienda, así como acceso a la seguridad social, cabe destacar que aún con la mejora en la cual se ha beneficiado un aproximado de 1 millón 699,300 personas, muchas carecen de este último servicio.
De este modo, uno de cada tres personas que habitaron en Tabasco en ese periodo, presentaron al menos una carencia, de esta población el 2.5 por ciento, no tenían los ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades básicas es decir 62 mil 100 personas.
La población menos vulnerable de la entidad tabasqueña, durante esos años, representó tan solo el 10. 4 por ciento, aproximadamente, 256 mil 800 personas, no padecieron pobreza, durante el periodo 2008 – 2018.