/ jueves 9 de abril de 2020

Necesidad "aventura" a los adultos mayores a salir de sus casas

Pese a que la autoridad recomendó resguardarse para evitar más contagios de coronavirus, el señor José Qué de 88 años de edad, se desplaza en silla de ruedas por las calles vendiendo sus hamacas para poder subsistir

La necesidad es lo que hace salir de sus casas a las personas de la tercera edad en esta temporada de contingencia por el Coronavirus, ya que aunque muchos de ellos están resguardados en sus casas por recomendación de las autoridades sanitarias, todavía hasta este jueves santo había algunos que se aventuraban a realizar sus actividades ordinarias para tratar de subsistir.

Tal es el caso del señor José Qué Abreu, de 88 años, quien arriesgando su seguridad y su vida tiene que salir a ganarse la vida en lo único que sabe hacer: vender hamacas.

Sin embargo, desde hace 4 meses tiene que desplazarse en una silla de ruedas para llevar su mercancía a sus clientes, ya que sufre una fractura en su pierna derecha.

“Tiene como cuatro meses que me mordió un perro de la calle y se me quebró la pierna, fui al hospital Juan Graham y ahí me sacaron a los pocos días, como no tuve para pagar los fierros que me iban a poner, me sacaron”, expresa mientras recorre la avenida Paseo de la Sierra aun en plena contingencia por el Coronavirus (COVID 19).

Como él, muchas personas tanto de la tercera edad como en situaciones difíciles, se ven precisadas a no respetar la cuarentena para evitar ser contagiadas.

La verdad no me queda de otra, así tengo que trabajar, si no, cómo le hago para comer

Tampoco porta el cubrebocas como muchas de las personas que deambulan por las calles de Villahermosa, y aunque está consciente del riesgo que esto implica, aclara que no pudo conseguir uno debido a la escasez de este tipo de materiales.

“El que se va a morir se va a morir”, bromea mientras comenta que en esta ocasión su salida no fue para vender hamacas, porque esta actividad también ha escaseado: “Vine a visitar a un amigo que se llama Alfredo”.

Con las señales del tiempo reflejada en su rostro, José Qué Abreu, confiesa también que tiene que salir por necesidad, ya que vive solo y no tiene quien le lleve alimentos.

“Yo vivo solo, yo no tengo familia ni nada, yo ando solo, pero tengo que trabajar para sobrevivir; vendo hamacas desde hace años de las que hacen en el reclusorio, ahí llego a sacarlas cada semana”, manifiesta.

Sin embargo, la venta de hamacas también se ha desplomado debido a esta pandemia que se padece en Tabasco.

Las ventas están bajísimas, pero no de ahora, ya desde hace tiempo porque no ha habido dinero, y ahora con esto nadie te va a comprar nada

En cuanto a los precios de las hamacas, menciona que este varía depende del tamaño y del tejido, pero en general van desde los 850 hasta los mil 200 pesos.

“Lamentablemente no hay quien me ayude, tengo que andar solo”, indica.

Cada mañana sale de su domicilio en villa Ocuitlzapotlán, desde donde se traslada a Villahermosa, y es en la avenida Universidad donde toma otro transporte para ir a colonias como Atasta, Tamulté, Primero de Mayo, donde tiene muchos conocidos y clientes, que son los que le compran sus hamacas.

“Es así como me echo a andar con la carreta esta”, dice refiriéndose a su silla de ruedas que también consiguió con el apoyo de algunos amigos y vecinos, ya que la venta de hamacas apenas le alcanza para su sustento diario.

“Ya llevo muchos años en esto, y a mis conocidos les vendo, aunque sea forzadito y aunque me acaben pagando en plazos”, externa antes de seguir recorriendo las calles de Villahermosa en plena contingencia sanitaria.

La necesidad es lo que hace salir de sus casas a las personas de la tercera edad en esta temporada de contingencia por el Coronavirus, ya que aunque muchos de ellos están resguardados en sus casas por recomendación de las autoridades sanitarias, todavía hasta este jueves santo había algunos que se aventuraban a realizar sus actividades ordinarias para tratar de subsistir.

Tal es el caso del señor José Qué Abreu, de 88 años, quien arriesgando su seguridad y su vida tiene que salir a ganarse la vida en lo único que sabe hacer: vender hamacas.

Sin embargo, desde hace 4 meses tiene que desplazarse en una silla de ruedas para llevar su mercancía a sus clientes, ya que sufre una fractura en su pierna derecha.

“Tiene como cuatro meses que me mordió un perro de la calle y se me quebró la pierna, fui al hospital Juan Graham y ahí me sacaron a los pocos días, como no tuve para pagar los fierros que me iban a poner, me sacaron”, expresa mientras recorre la avenida Paseo de la Sierra aun en plena contingencia por el Coronavirus (COVID 19).

Como él, muchas personas tanto de la tercera edad como en situaciones difíciles, se ven precisadas a no respetar la cuarentena para evitar ser contagiadas.

La verdad no me queda de otra, así tengo que trabajar, si no, cómo le hago para comer

Tampoco porta el cubrebocas como muchas de las personas que deambulan por las calles de Villahermosa, y aunque está consciente del riesgo que esto implica, aclara que no pudo conseguir uno debido a la escasez de este tipo de materiales.

“El que se va a morir se va a morir”, bromea mientras comenta que en esta ocasión su salida no fue para vender hamacas, porque esta actividad también ha escaseado: “Vine a visitar a un amigo que se llama Alfredo”.

Con las señales del tiempo reflejada en su rostro, José Qué Abreu, confiesa también que tiene que salir por necesidad, ya que vive solo y no tiene quien le lleve alimentos.

“Yo vivo solo, yo no tengo familia ni nada, yo ando solo, pero tengo que trabajar para sobrevivir; vendo hamacas desde hace años de las que hacen en el reclusorio, ahí llego a sacarlas cada semana”, manifiesta.

Sin embargo, la venta de hamacas también se ha desplomado debido a esta pandemia que se padece en Tabasco.

Las ventas están bajísimas, pero no de ahora, ya desde hace tiempo porque no ha habido dinero, y ahora con esto nadie te va a comprar nada

En cuanto a los precios de las hamacas, menciona que este varía depende del tamaño y del tejido, pero en general van desde los 850 hasta los mil 200 pesos.

“Lamentablemente no hay quien me ayude, tengo que andar solo”, indica.

Cada mañana sale de su domicilio en villa Ocuitlzapotlán, desde donde se traslada a Villahermosa, y es en la avenida Universidad donde toma otro transporte para ir a colonias como Atasta, Tamulté, Primero de Mayo, donde tiene muchos conocidos y clientes, que son los que le compran sus hamacas.

“Es así como me echo a andar con la carreta esta”, dice refiriéndose a su silla de ruedas que también consiguió con el apoyo de algunos amigos y vecinos, ya que la venta de hamacas apenas le alcanza para su sustento diario.

“Ya llevo muchos años en esto, y a mis conocidos les vendo, aunque sea forzadito y aunque me acaben pagando en plazos”, externa antes de seguir recorriendo las calles de Villahermosa en plena contingencia sanitaria.

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