El Parque Museo La Venta, icono representativo del estado de Tabasco y en particular de la ciudad de Villahermosa, de ser uno de los atractivos turísticos más importantes, actualmente se encuentra visiblemente deteriorado a causa del abandono por parte de la Secretaría de Cultura en la entidad.
Desde su fundación el 4 de marzo de 1958 el sitio generó admiración entre los visitantes locales y foráneos por las especies tropicales y los vestigios arqueológicos que se encuentran dentro de él. Sin embargo, con el paso de los años el descuido de las autoridades y la falta de mantenimiento han convertido a este emblemático lugar, una tumba para las especies a cielo abierto, pues dentro se encuentran un sinfín de áreas cerradas y jaulas vacías.
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Este jueves 31 de diciembre de 2023 El Heraldo de Tabasco intentó acceder al museo, en un horario en que aún no había abierto sus puertas y era poca la gente que se encontraba esperando a que lo hicieran; el boleto normalmente tiene un precio de 50 pesos para mexicanos. Aunque los accesos principales aparentan ser los mismos de cuando éramos niños y acudíamos con la familia, al entrar una bruma de soledad invade el parque.
La primer atracción es el área de los monos arañas, aunque el término en plural quedó reducido a dos ejemplares que ya no juegan como antes, si no pasan sus días tirados en su jaula de concreto, viendo a las personas pasar, quienes de vez en cuando les tiran algo de comida.
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En la parte superior a la entrada se encontraba un gran salón de exposición de figuras arqueológicas famosas, y ahora en vez de eso, hay una gran lona que tapa el acceso, en donde se pide al visitante continuar su recorrido por el otro lado, pues dicho salón está clausurado; al momento de cruzar aquella señalización el panorama es desolador.
Normalmente el área del museo siempre mantenía las puertas abiertas para los visitantes; sin embargo actualmente varias piezas arqueológicas se encuentran encerradas a merced de las inclemencias del clima, pues el techo principal de la sala ninguna protección contra las lluvias o el sol, lo que ocasiona que las esculturas se deterioren. lentamente.
Acceder al área fue imposible, pero se pudo apreciar que lo que antes era un bello recuerdo histórico, quedó reducido a mosquitos, lluvia y erosión; mientras que las esculturas al interior poco a poco se desgastan.
Al continuar el recorrido hacia la entrada de la Gran Ceiba, donde se encuentra el busto del poeta de América Carlos Pellicer Cámara, otro punto llamó la atención: el espacio que albergaba los distintos reptiles nativos del trópico, y el salón en penumbras en donde habitaban murciélagos y se podían apreciar sus sonidos también desaparecieron, es decir que los salones que los exhibían ya no existen al día de hoy.
Mientras que los largos paseos que se hacían al entrar en contacto con la naturaleza para conocer y apreciar las tumbas que nuestros antepasados construían tampoco existen; los dos caminos que abarcaba este recorrido también fueron restringidos con la colocación de varias cintas amarillas que impiden pasar, pues presuntamente, desde hace varios meses se encuentra en remodelación la zona donde se encontraba el legendario y longevo cocodrilo conocido como “Papillón”.
Al llegar a la mitad del recorrido se pudo apreciar que los saltos que dábamos de niños en los puentes colgantes ahora son sólo un recuerdo, pues lo único que ahí se aprecia son letreros de “prohibido el paso”, “cerrado el acceso” y “no pasar”, además de estar llenos de herrumbre y rotos, al grado de que la maleza de los alrededores los cubrió casi completamente, dejando nada a la vista.
El Parque Museo La Venta muestra un marcado deterioro en cada uno de sus espacios ante la apatía de las autoridades estatales que lejos de rehabilitarlo, lo tienen en total abandono.