La "industria" de la mendicidad y la limosna siguen siendo una realidad en la capital tabasqueña. En la vía pública, sobre los puentes peatonales y hasta en los centros comerciales abundan las personas que piden dinero, en su mayoría de origen chiapaneco.
Rosa Martínez, oriunda del vecino estado de Chiapas, arriba todas las mañanas al puente Solidaridad, que comunica al centro de la ciudad con la colonia Las Gaviotas.
Asegura que pedir limosna en ese sitio es un trabajo que unos paisanos le dan para ganarse el sustento, logrando reunir en ocasiones hasta 200 pesos o más en un día, pues es una zona muy concurrida donde muchas personas se conduelen y le aportan ayuda con unas monedas.
Al igual que ella, otras personas se concentran estratégicamente en puentes ubicados en distintos puntos de la capital tabasqueña, llámese pequeños con evidentes rasgos indígenas y discapacitados con letreros en los que piden caridad.
Algunos son jalados en sillas de ruedas en los cruces de avenidas principales de Villahermosa, ahí se acercan a los automovilistas ya sea a venderles algo, o en su defecto, a pedirles unos pesos para comprar algo de comer.
A estos, se han venido sumando en los últimos meses ya sean familias enteras o mujeres con niños en brazos, indocumentados, provenientes de países centroamericanos, sin que las autoridades del Instituto Nacional de Migración (INM) tomen cartas en el asunto.