Un cocodrilo que nadaba a orillas de la Laguna de las Ilusiones, era mudo testigo del caos vial que a pocos metros había en Paseo Tabasco; el tráfico pesado era uno de los estragos que dejaron las lluvias.
El reptil asomaba sus ojos, parecía que el bullicio de los carros lo mantenía alerta, personas que pasaban cerca del lugar se daban cuenta de su presencia, sin embargo les apremiaba llegar a su casa, pues no querían que otro aguacero les cayera.
La inundación que había en esta zona, bien pudo permitirle al espécimen pasar a la calle sin ningún problema, pero simplemente estaba expectante, cerca del muro que divide la laguna de la vialidad.
Un hombre pasó cerca con su bicicleta, evitando lo más posible que sus zapatos se empaparan con el líquido del afluente, no se sabe si vio al animal, lo cierto es que pasó a prisa.
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Así, ante la presencia de los transeúntes y automóviles el cocodrilo se mantenía quieto, observando todo lo que pasaba, la inundación de la calle le era indiferente, pues el vive en un medio acuático.
Por un instante dio la impresión que se movió un poco, pero no fue así, simplemente eran las hojas que había a su alrededor flotando.