Sin un ingreso fijo y sin poder desarrollar alguna actividad formal o informal, cientos de personas en el estado se ven en la necesidad de ofrecer sus servicios de mano de obra en determinados oficios, como plomería, albañilería y electricidad.
Con ello, apenas pueden llevar un sustento a sus familias y no hacen más que engrosar las filas de la desocupación o desempleo, que durante el mes de noviembre situó a Tabasco en primer lugar nacional, con un 7 por ciento de su población económicamente activa.
Esto cuando la media nacional es de apenas un 3.5 por ciento, además de que ha sido la constante para el estado permanecer a la cabeza en este indicador económico.
Aun con el reciente incremento al salario mínimo que entrará en vigor en el 2020, las personas desempleadas logran ingresos diarios inferiores a los 123.22 pesos diarios autorizados por la Comisión Nacional de Salarios Mínimos.
Tal es el caso de Guillermo Pérez Raymundo, quien a sus 26 años forma parte de las filas de la desocupación, por lo que se ve en la necesidad de ofrecer sus servicios como plomero y electricista.
Como él, son cerca de 10 personas las que diariamente con su caja de herramienta o su mochila, se pueden localizar en el Parque Juárez, a la espera de ser contratados para una “chambita”.
Y aunque en estos servicios se pueden llevar desde 200 hasta mil pesos, señalan que la mayor parte de la semana se pasan inactivos, porque este diciembre ha sido muy complicado.
“La verdad no tenemos ingresos fijos, nos pagan por tanto o por determinado trabajo, pero hay días que padecemos porque no hay nada de chamba”, señaló Jorge Hernández Vázquez, quien también trabaja como plomero y electricista.
Aunque por una fuga grande de agua pueden llegar a cobrar hasta mil pesos, por un cambio de llaves les pagan de 150 hasta 200 pesos, dependiendo también del sitio hasta donde tengan que prestar el servicio.
Para Guillermo Pérez la vida no ha sido fácil desde hace un año, tiempo que lleva desempleado, que también coincide con el tiempo que lleva de ser padre, ya que su esposa y su hijo dependen de él.
Habitante de la colonia Tierra Colorada, reconoce que no fue a la escuela y que sobre la marcha ha ido aprendiendo estos dos oficios.
Nada más hay que fijarse cómo van las cosas, cómo van ensambladas las piezas y todo eso, la verdad no tengo ningún curso de especialización, de hecho me he metido en aplicaciones telefónica que es donde he aprendido la refrigeración, ya que me enseñan desde los cursos básicos hasta lo más difícil, como es la instalación de un clima
Con una mochila y una caja de herramientas, que también ha ido comprando con sus pocos ingresos, Guillermo confía en seguir manteniendo a su familia con estos oficios, ya que aunque fue una de las miles de personas que metieron solicitud para laborar en la Refinería de Dos Bocas, nunca le llamaron por teléfono.
“Pues hasta ahora seguimos esperando que nos avisen por lo menos que no nos tomaron en cuenta para ese trabajo”, argumentó.