El mercado público José María Pino Suárez en sus alrededores y dentro de éste aparte de personas que llegan a comprar, se observan a quienes piden una limosna con argumento diversos. La necesidad es evidente, la vergüenza no existe, la caridad es de quien quiera hacerla, engaño o no, ahí que lo vea quien pide el dinero: “arriba hay alguien que lo está viendo…”
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Están por cualquier lado; unos con pancartas, otros con escritos o recetas, hay quienes muestran radiografías, incluso se les puede ver hasta cantando, pero ahí están. Y más ahora, en diciembre en donde hay dinerito y no falta alguien que se deshaga de unas monedas.
Son personas adultas y hasta de la tercera edad; pululan en esta atiborrada zona de comercio; algunos, lastimosamente caminan al denunciar males crónicos, otros, dolores de brazos, de piernas, de viejas lesiones y males visuales; los ancianos, sencillamente piden una moneda, por eso, por ser ancianos, porque no tienen quien les dé, porque acusan ya no poder ser empleados en alguna parte, aunque dicho eso, surge la pregunta, entonces, qué hicieron en su juventud.
Ellos, se sorprenden por la intercepción que le hace este medio de comunicación; inicialmente se confunden al presumir de que se les va a dar una moneda, pero luego, al saber quienes somos, callan; sólo dicen, estar enfermos y si no ayudan, prácticamente, no estorbemos.
Sorprendimos accidentalmente a una señora de aproximadamente 60 años de edad; portaba una radiografía en mano, pedía dinero, apoyo; la cuestionamos brevemente sobre de que se trataba la radiografía y sorprendida pudo decir:
“Es para hacerle una radiografía a mi nieto… Se fracturó sus manos y sus pies; que tenía varios clavos; no tenemos dinero y estamos juntando; somos de Cárdenas. El tiene 11 años”, comentó.
Dijo que necesitaba para hacerle cuatro radiografías a su nieto; cada una de a 200 pesos; que lo iba a traer al Gustavo A. Rovirosa un día de estos, y que desde hace cuatro meses anda juntando para las radiografías que les pidió un médico.
Presurosa partió y se perdió, ahí en senderos que forman locales del Pino Suárez.
Así, como ella, otras gentes recorren los andadores del Pino Suárez, sus calles pidiendo limosna, gente adulta, gente enferma.