A casi cuatro meses del fallecimiento de 15 pacientes del hospital de Pemex por el suministro de medicamento contaminado ( Heparina sódica) nada ha cambiado a favor de las víctimas quienes siguen esperando justicia ante este hecho.
Mucho temor es el que se respira al interior de este hospital, que ha sido la nota nacional por varias semanas, pues fueron 68 pacientes con enfermedades del riñón quienes resultados afectados al recibir medicamento que les quitó la vida.
La única “noticia” favorable ante lo ocurrido fue la destitución del médico, al frente del hospital, Dr. José Luis Oramas aunque días después fue premiado con una jefatura de medicina interna, cargo que no merece pues muchas vidas le reclaman por lo que ha pasado.
El nombramiento de Oramas trajo como consecuencia, mucha mala vibra al interior del hospital, pues varios médicos están inconformes.
En lo que respecta a la paraestatal, solo una ocasión se dio la visita Octavio Romero Oropeza, el director de Pemex pero no pasó nada extraordinario.
En vez de que el ambiente sea agradable tanto para cuerpo médico y de enfermeras, para realizar su trabajo, los derechohabientes tienen que soportar el mal ambiente que reina en dicho lugar, puertas cerradas con cadenas, son las características del lugar.
Cada vez las afueras de este hospital, se muestra cada vez desolado, solo urgencia registra movimiento de las personas que necesitan atención. El cuerpo de vigilancia, es más limitado.