Mientras el flamante secretario de Bienestar del gobierno federal, Javier May Rodríguez, recorre diferentes zonas inundadas con la encomienda de “atender a los tabasqueños”, Ricardo Ruiz Morales, quien habita en la zona federal a orillas del río Grijalva, clama -al igual que muchas otras personas en extrema pobreza- por “aunque sea una despensita” para soportar los estragos de la creciente.
“Alcancé a sacar mi colchón”, sostuvo el agricultor mientras contaba las peripecias que vivió cuando el agua invadió repentinamente su modesta vivienda construida con láminas y madera sobre la margen izquierda del afluente, justo a la altura de la estación de bombeo de la zona Cicom.
Relató que desde hace casi una semana su casita se encuentra entre el agua y aunque no tenía muchas cosas que perder, en este momento no tiene dónde dormir y la presencia de mosquitos resulta incómoda para acomodarse a descansar al menos en las bancas del parque situado a pocos metros de ahí.
Y por si fuera poco no cuenta con los recursos suficientes para comprar comida o víveres, pues su medio de subsistencia es un platanal que sembró a orillas del afluente y casi todo se fue a pique.
“Hay una parte que se salvó de la inundación, cortamos varios racimos y ya los salió a vender un compañero que vive conmigo para comprar algo de carne en el mercado Pino Suárez para que comamos”, expuso mientras atizaba palos de leña en un fogón improvisado con ladrillos.
Somos muy pobres -dijo- y creo que los gobiernos nos deben echar la mano porque también somos habitantes del municipio, en el lugar que estemos, en zona irregular, en colonias, todos estamos padeciendo por las lluvias y necesitamos ayuda, ojalá y nos escuchen las autoridades.
Comentó que desde hace dos años construyó su choza en el lugar con el permiso de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), con la condición de que mantenga limpio el lugar y no permita la presencia de teporochos y drogadictos.
Ruiz Morales, quien dijo ser oriundo del departamento de Huehuetenango, Guatemala, pero con más de 30 años de vivir en Tabasco, expuso que el nivel del agua ha ido bajando, pero no hay que confiarse porque vienen más lluvias para el estado y la situación pudiera empeorar para toda la población el municipio de Centro.
“Aquí nadie viene a ver cómo estamos, a traernos una ayuda, nadie se para por acá, por eso solicitamos que se pongan la mano en el corazón y nos traigan algo, una despensita, algo para taparnos del frío, no solamente a los gobernantes, también a la gente de buen corazón”, enfatizó.
A sus 62 años de edad, dijo estar fuerte para seguir trabajando en lo que sabe hacer, sembrar la tierra, siempre y cuando “el de arriba” le dé vida y ayude a superar el momento que está atravesando, para seguir luchando y viviendo “aunque pobre pero contento”.