Empujones, aglomeración, largas filas, lentitud en la atención, y por supuesto, riesgo de contagios de Covid 19, fueron factores nuevos para los ciudadanos tabasqueños que acudieron este jueves al Centro de Convenciones de Villahermosa a recoger su vale de la Secretaría de Bienestar.
Y es que a decir de la señora Martha Alicia López Jiménez y del señor Trinidad Jiménez, aunque ha habido otras inundaciones y contingencias fuertes, en ninguna han padecido más que en esta que se dio por las intensas lluvias que se presentaron semanas atrás.
Ambos forman parte de las miles de personas que están afectadas en estos momentos y que luchan por recibir su vale de 10 mil pesos para reponer en algo los enseres domésticos que perdieron en estas inundaciones.
A sus 57 años de edad, doña Martha, habitante de la ranchería Boquerón tercera sección, a como pudo, se trasladó desde ayer al Centro de Convenciones, ya que su vivienda había sido censada previamente por personal de la Secretaría de Bienestar.
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Sin embargo, hasta las 12 del día de este jueves aun no llegaba su turno de ser atendida y permanecía en la parte posterior del Centro de Convenciones, cerca de las sucursales bancarias que ahí se ubican.
“Casi la mayoría de toda mi comunidad resultó afectada, a nosotros apenas nos dejó salir a tiempo el agua”, señala con voz entrecortada que muestra la desesperación por permanecer varias horas formada y estar todavía lejos de la ventanilla donde será atendida.
Reconoce que Boquerón siempre ha padecido este tipo de situaciones en temporada de lluvia, aunque en esta ocasión les tomó por sorpresa.
“Siempre nos hemos inundado, en el 2007 nos fuimos hasta arriba de las casas y perdimos todo, hasta nuestros colchones; ahora lo que se fue al agua fue mi estufa que no la pude sacar y se me mojaron mis muebles”, indica.
López Jiménez comenta que se dedica a las labores del hogar y este año ha sido muy difícil para ellos, porque con esta situación de la pandemia no tienen ni para comer.
“Tengo dos hijos y un nieto, ellos también se fueron al agua”, agrega mientras avanza unos metros en la fila; “Aquí´ tamos en la cola hasta el final, y eso que llegamos desde anoche, pero usted sabe como está esto desde anoche estamos aquí”.
Reconoce que la atención de algunas instancias del Gobierno ha sido buena porque ella sólo fue con su paraguas, pero en la noche les enviaron colchas y cobertores.
“Hasta hoy me pudieron traer mi silla para estar sentadita un rato porque padezco de várices y me duelen mucho mis pies”, expresa.
Martha Alicia llegó el miércoles a las 5 de la tarde, y ya había muchas personas ocupando un lugar en la fila que para ella era ya interminable.
Por su parte, el señor Trinidad Jiménez, llegó a las 5 de la mañana de este jueves y la cola era mucho mayor.
Procedente de Ixtacomitán, llegó acompañado de algunos de sus familiares que también fueron afectados por las inundaciones.
“Muchos perdieron sus cosas, porque el agua entró a las casas y el nivel llegó a un metro y medio”, comenta.
Señala que esto se había visto sólo en la inundación del 2007, donde el nivel fue mucho mayor pero los apoyos llegaron más rápido.
Por ello, su vivienda fue censada y le avisaron que acudiera al centro de Convenciones a hacer efectivo su vale, razón por la que llegó en la madrugada de este jueves.
“Una sobrina se vino a dormir aquí y nos dio el lugar, pero aun así es mucha la cola”, expresa Don Trinidad.
Además de perder sus cosas, tendrá que enfrentarse al problema de la falta de empleo, ya que desde hace 6 meses no tiene ingresos.
“Soy vendedor ambulante del parque Tomás Garrido, pero tuve que cerrar porque no hay venta, ahí me dedico a la venta de Hot Dog y aguas frescas pero desde hace 6 meses no tenemos trabajo, mientras tanto vamos pasándola con la ayuda de Dios”, manifiesta.
Como ellos, cientos de familia tienen sus propias razones para considerar esta como una de las peores tragedias de que tengan memoria, ya que no pueden pasar por alto los problemas que ha traído la contingencia sanitaria.