Don Carlos Méndez Ceferino, de 72 años de edad, originario de Villahermosa, Tabasco, tiene viviendo ya más de 20 años, de una manera autosustentable, en medio de la ciudad, tras años de sufrir buscando un lugar donde vivir, un día decidió, empezar a dormir en las calles, tras perder su trabajo y no tener dinero para una renta.
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Caminó durante muchos años por la vasta urbe tropical, buscando lugares donde trabajar y quedarse, pero al no hallar un lugar digno, un día, encontró un terreno baldío, a las orillas del periférico Carlos Pellicer Cámara, y decidió empezar a construir su casa en ese lugar, harto de no encontrar apoyo ni trabajo
Su vida la dedicó totalmente a la pesca, entre lagunas y manglares, pasó aprendiendo a lado de su padre, quien desde temprana edad, le enseñó a vivir de este oficio, trabajo que desempeñó a lo largo de su vida, vendiendo su pesca a las orillas de la carretera o dentro de la ciudad, pregonando su fresca mercancía.
“Toda mi vida la he dedicado a la pesca, no se hacer otra cosa más que eso, he buscado y trabajado en otros lugares, y se hacer muchas cosas, pero para lo que nací es para pescar, es lo que me enseñó mi padre, y lo que le enseñé a mis hijos, aunque a ninguno de ellos les gustó la idea de ser pescadores” nos comenta , mientras sigue arando la tierra y recogiendo escombros del terreno donde vive.
Don “Cefe” como muchos lo conocen, cuenta que cuando se encuentra en la ciudad, es muy difícil adquirir productos en los supermercados y tiendas , ya que la inflación del precio de los productos, ha afectado rotundamente su economía. “Un día decidí que era muy caro comprar frutas y verduras en las tiendas, entonces aquí en este mismo terreno, empecé a sembrar tomates, chiles, mandarinas y limones, todos los días cuido de esas plantas, las riego día a día, hasta que una mañana, empezaron a dar frutos, no sabes la alegría que me dió cuando vi relucir un gran tomate de mi primera cosecha, ese día me lo comí con gusto, el sabor del tomate era diferente, un sabor que jamás encontraré en las tiendas, el sabor de la paciencia”.
Mientras termina de recoger la tierra que lleva de la parte de enfrente del terreno a la parte de atrás para poder rellenar un pequeño sector de laguna, se quita la gorra roja y limpia el sudor de su frente, y con melancolía dice:
“Tengo tres hijos, de esos, sólo tengo contacto con uno, lo cuido porque hace unos meses, tuvo un accidente en su motocicleta, y quedó con secuelas cerebrales, los otros dos, se olvidaron de mi”.
Entra a su pequeña casa, construida de madera, palos, y algunas lonas de publicidad política, nos enseña su hogar con tal felicidad, “Gracias a dios, algunos delegados me han apoyado para que yo pueda vivir aquí, siempre les mantengo el área limpia y ordenada”.
Después de enseñarnos su hogar, vuelve a sus labores de recoger escombros y seguir rellenando el terreno, porque dice que con éstas lluvias, normalmente se puede inundar la zona, y perdería toda la siembra que con tanto esfuerzo realicé.
“Espero algún día puedan reubicarme, aunque sea en una pequeña casita, no tanto por mí, si no por mi hijo que tengo que cuidar a causa de su accidente, quizá no tendré una casa propia, pero el amor hacia mis hijos, hacen que en donde esté, tenga un hogar” finalizó
Así don “Cefe”, seguirá trabajando el campo del terreno y dedicándose a lo que su padre le heredó; el amor al trabajo duro y constante, y no perder nunca los valores que tiene como un padre responsable, que día a día lucha por cuidar a su hijo.