La siguiente historia es parte de los mitos y leyendas de Tabasco, tradición oral que alguien comenzó a contar y con el paso de tiempo se fue perdiendo su origen. Claro está, que el relato es dado por cierto por quienes afirman lo vivieron, sin embargo, en la presente sección simplemente lo exponemos para que el lector pase un rato entretenido.
Un alma en pena cabalga en las carreteras de la entidad para provocar la muerte de los conductores en forma trágica y así llevárselos al más allá, cuentan que se atraviesa a los vehículos para que estos terminen estampados contra árboles o fuera de la cinta asfáltica en barrancos. Quienes la han visto le llaman el “vaquero fantasma”.
Hace poco más de un siglo un hombre se dedicaba a robar ganado en las haciendas de las regiones de la Chontalapa, Sierra y del Centro, los dueños de estas propiedades estaban muy preocupados, pues el audaz vaquero cada noche se llevaba un considerable número de cabezas de semovientes.
El robo de estos animales provocó que una de sus víctimas quedara en la ruina, ante tal situación uno de los hijos de aquel ganadero, en venganza, lo emboscó en una montaña, el cuatrero lo único que escuchó en su huida fue el estruendo de la escopeta, mientras se alejaba de sus perseguidores.
La luna, el cielo estrellado y los árboles eran mudos testigos del cabalgar del jinete, el caballo galopaba a gran velocidad, el sonido de sus cascos chocando contra el zacate, crecido en gran parte de la irregular superficie, rompía el silencio de la noche. Poco a poco el animal se fue deteniendo a la orden de la rienda jalada por su amo hacia atrás, movimiento que entendía el equino era la seña para disminuir su andar hasta detenerse.
Tras quedar quieto el animal, el hombre volteó a ver el camino que había detrás de él y poco a poco su corazón dejó de latir en forma acelerado; de nueva cuenta burlaba a sus perseguidores, pero sus cómplices probablemente fueron capturados y a estas horas ya estarían en el otro mundo, fue su pensamiento.
Entonces, planeó esconderse por algunas semanas, meses si era preciso, mientras todo se calmaba; iría a casa de una tía allá en Chiapas. Después de hacer sus cálculos de a dónde se iba a dirigir, las espuelas golpearon levemente las costillas del caballo y comenzó a trotar. Todo estaba decidido ya, no había por qué preocuparse, sin embargo, se le hizo extraño que no se escuchara algún tipo de ruido: grillos, lechuzas o cualquier otro animal. Tampoco el viento soplaba: los árboles y la maleza estaban inertes, como si el paisaje nocturno fuera parte de una pintura; colorida pero sin vida.
Algo que le pareció aún más extraño es que la noche parecía prolongarse más de la cuenta, poco a poco aquel sujeto comenzó a preocuparse, una sensación de ansiedad lo invadió por completo. Una extraña fuerza se apoderó de su voluntad y le impedía bajar de su caballo ¿Qué sucedía? ¿Acaso estaba embrujado? Fueron las preguntas que comenzaron a llenar su mente.
Reflexionaba sobre la situación, trataba de comprenderla pero no encontraba explicación alguna, así anduvo por varias horas hasta que a lo lejos vio una luz: una choza. Probablemente ahí había comida, si era preciso despojaría a los propietarios de sus pertenencias, pero conforme se fue acercando se dio cuenta que no había tal vivienda; a sus ojos se fue descubriendo un camino de concreto con postes de luz que mal iluminaban la zona. No entendía, era la primera vez que veía algo así.
Aún no salía de su asombro cuando una gran máquina con ruedas con movimiento propio pasó y no le dio tiempo de quitarse, de tal manera que el vehículo traspasó al jinete y su caballo, la inusual situación provocó que en su mente se revelaran recuerdos de la persecución que había vivido horas atrás; entre las imágenes vio cuando caía del caballo por un escopetazo que le dio el hijo del hacendado arruinado, aún con la espalda ensangrentada debido a la bala que le llegó hasta el corazón sus perseguidores levantaron el cuerpo y lo colgaron de un árbol cercano y ahí quedó hasta que se fue pudriendo poco a poco.
En ese momento se dio cuenta que estaba muerto y su alma andaba penando, y ahora se encontraba en otro tiempo, pues su trágico final había sido muchos años atrás. Desde entonces en diferentes carreteras de Tabasco hay conductores de autos compactos, tráileres e incluso motociclistas que afirman haberse topado con el “vaquero fantasma”; algunos aseguran que sus ojos son como lenguas de fuego y su risa es demoniaca. Y sólo se aparece para provocar la muerte en las vialidades de la entidad y que los espíritus de esos desdichados lo acompañen en su andar eterno.