La siguiente historia forma parte de la tradición oral del estado de Tabasco, bien puede tratarse de una pieza de ficción o pertenecer al imaginario popular. Algunos de los relatos que aquí publicamos son dados por verdaderos entre quienes afirman haberlos vivido, sin embargo, en la presente sección simplemente difundimos estos contenidos para que nuestros queridos lectores pasen un rato entretenido.
El diablo llegó hasta el lugar donde dormía un niño en la madrugada con el fin de llevarse su alma; última prueba para su padre que estaba aprendiendo brujería y demandaba que le entregara a un ser querido, historia que aconteció en un poblado de Macuspana hace unos setenta años, así cuenta quien vivió esta experiencia. Para mantener el anonimato de esta persona, se cambió el nombre, por lo que en el relato será nombrado como Raúl.
Una casa de tablas y techo de guano evitaba que el lugar estuviera despoblado; sus únicos habitantes eran los que vivían en ella, el vecino más cercano estaba como a dos kilómetros. Los días pasaban con una tranquilidad que a veces ni el bullicio de la fauna local como las aves se escuchaba.
Así transcurrían las semanas en esta zona que parecía olvidada de Dios. A pesar de este desolador panorama para Raúl, un niño de siete años, era su espacio de juego; el terreno enmontado, pero sin más vivienda que la de su familia, le otorgaba grandes extensiones de tierra para correr y dar vuelo a su imaginación.
La vida cotidiana transcurría con relativa tranquilidad; lo más extraordinario, algún animal pasando por el lugar y pisando el monte a su paso, sin embargo, pronto descubriría a otro tipo de ser, que llegaría hasta donde él dormía con el único objetivo de llevarse su alma. El por qué este interés, lo atribuye a que su papá se estaba preparando para ser brujo y la última prueba en su formación exigía entregar a un ser querido al mal, en este caso a Raúl.
Esa madrugada, sobre el tablón de madera cubierto con un petate no podía dormir el protagonista de esta historia, afirma que algo lo mantenía inquieto, giraba su cuerpo de un lado a otro, de pronto comenzó a escuchar unos pasos, parecían cascos de caballo chocando el piso de tierra, se dio cuenta que se acercaban a su cama; venciendo el miedo se incorporó y quedó sentado, de tal manera que el tronco y piernas formaron un ángulo de 90 grados.
Dos patas de caballo es lo que vio, asegura Raúl. Una voz ronca le dijo que lo volteara a ver, no hizo caso, y aquel ser habló de nuevo, revelando quien era: soy el Diablo, si sólo diriges tu mirada a mi rostro yo te daré una vida de riqueza. Ante el miedo que sentía, comenzó a rezar, primero un Padre Nuestro y después un Ave María, al momento de que escuchaba las oraciones el ser diabólico se comenzó a retirar, no sin antes advertirle que pasaría pobreza, hambre y sus hijos no llegarían a triunfar en nada, pues él se encargaría de esto por haberlo despreciado.
A pesar de que la choza era un simple cajón y la división de los lugares donde dormían unas cortinas, a sus papás y hermanos la voz del ente no los despertó. Aunque el mal no se le volvió aparecer como aquella madrugada, sostiene que a lo largo de su vida ha pasado periodos de problemas económicos y a su familia siempre le han hecho brujería, como ir a tirarle bolsas llenas con suciedad a la puerta de su casa.