La siguiente historia forma parte de la tradición oral del estado de Tabasco, bien puede tratarse de una pieza de ficción o pertenecer al imaginario popular. Algunos de los relatos que aquí publicamos son dados por verdaderos entre quienes afirman haberlos vivido, sin embargo, en la presente sección simplemente difundimos estos contenidos para que nuestros queridos lectores pasen un rato entretenido.
Un día de calor intenso: El infierno sobre la tierra. El termómetro está a 38 y la sensación térmica a 42 grados centígrados en Villahermosa, eso es lo que informaban los medios de comunicación en sus páginas web y redes sociales. Aún sin saber estos datos, la gente siente que el calor incrementa conforme pasan las horas. Los autos en su flujo constante propagan más este insoportable ambiente, se convierten en cómplices del asfalto que en esos momentos es como brasas ardientes. No importa que estés bajo la sombra de un árbol; la temperatura te alcanza, hace que las ropas se empapen de sudor y la cara sienta estar cerca de una fogata.
Las personas van y vienen. Son las 13:00 horas, entre esa multitud un hombre se sienta en una de las bancas que están en la parte exterior del parque Tomás Garrido, las sombras que dan unos árboles sirven un poco de alivio a su cansancio, provocado por una larga caminata y el bochorno, ya acomodado en el asiento de concreto se alza un fragmento del paisaje urbano; vehículos y transeúntes que van a Tabasco 2000 y el primer cuadro de la ciudad, coloquialmente conocido como "el centro".
Una extraña conversación llena de revelaciones
Gregorio es su nombre aunque en su comunidad es conocido más por su apodo: El Guao. Así fue bautizado por sus amigos de juego con quienes se reúne todos los domingos a jugar softbol. Su complexión regordeta y su estatura baja fueron el origen del mote. Tiene más de 50 años y a lo largo de sus cinco décadas de vida nunca imaginó tener una conversación como la que iba a tener en las próximas dos horas. Su carrito de madera con frutas, entre ellas unas bolsas de ciruela junto a él, así se gana la vida.
Alguien se acerca y le compra una bolsa del fruto antes mencionado, se sienta en el otro extremo de la banca, le saca plática; la conversación es sobre el tremendo calor que hace. El tema, sin darse cuenta el ventero poco a poco cambia con un enunciado: "Como están de mal las cosas en la actualidad", esa sutil frase es el preámbulo para una serie de revelaciones. Él que ese día creyó se desarrollaría como una jornada más en su vida cotidiana, recibiría un Apocalipsis.
Goyo responde que ya no hay respeto ni por los santos, todos reniegan de Dios, los padres abusan de sus hijas, es una cochinada ya. Aquel sujeto, aparentemente normal, lo mira fijamente, esboza una sonrisa y remata la conversación con un escueto: Así es.
Las construcciones se edifican con sufrimiento
En forma súbita éste le pregunta: ¿Sabes por qué pasa todo esto? Tras el cuestionamiento el hombre no sabe que decir, hasta que se le ocurre para salir al paso: Es el mal, ya estamos cerca del fin. El oyente en esta plática informal, le responde que ha dicho una gran verdad, que ni los propios encargados de las cosas de Dios han comprendido. Continúa diciendo: Lo diabólico se encuentra en todos partes, buscando entrampar a la gente, aquí en esta ciudad sin ir más lejos lo ha hecho y lo sigue haciendo.
La intrigante respuesta capta más la atención del comerciante ambulante, su acompañante se da cuenta. No me cree ¿Verdad?, menciona. El otro lo mira, no dice nada, simplemente respira profundo, saca el aire por la nariz, agacha la cabeza y lo vuelva a mirar. Entonces aquel sujeto agrega: Mira las calles, los edificios, puentes a desnivel y demás obras de gran magnitud; todas ellas han sido construidas a costa de la vida de las personas: mujeres, niños y hombres.
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El Guao intenta hablar, pero quien esta diciendo todo esto, levanta una de sus manos en señal de que le deje continuar: La gente en condición de calle desaparece, a nadie le importa, son capturados por individuos que se dedican exclusivamente a eso, y nada más; mientras más joven la persona mejor, pues el alma de un infante es inocencia pura y acabar con ella, complace al mal. De tal manera que el sufrimiento es el verdadero cimiento de estas estructuras.
Quienes mueren en forma trágica sus almas no descansan
Todo lo dicho por el enigmático hombre deja sin palabras a Gregorio, es más no quiere interrumpir. Su "amigo de plática" hace una pequeña pausa, se lleva una ciruela a la boca, la mastica, hasta quedar la simple semilla, la escupe y prosigue: “Esa, mi estimado, es apenas una pequeña parte. Las personas que mueren en forma trágica, como en accidentes o ahogadas; un poder fuera de las dimensiones humanas lo provoca; la muerte en forma violenta es apenas el comienzo para aquellos desdichados, sus almas quedan atrapadas en el lugar de la tragedia, así que no pueden encontrar el descanso eterno, por eso los ves deambulando en el mismo lugar en forma de apariciones.
Al terminar de escuchar esa parte de la conversación, el vende fruta menciona que es verdad, porque en el lugar donde vive se aparece una mujer de blanco y cuentan sus vecinos que murió atropellada. El otro lo mira y extiende sus dedos en señal de afirmación, después sigue: Ten cuidado si escuchas que alguien te habla desde tu mente, ya que "El Embaucador" lo que busca es perderte de tu camino; se presentará ante ti como una voz, te dirá tres cosas, dos serán verdad y la tercera una mentira, de tal manera que te sentirás defraudado y terminarás quitándote la vida.
Vengo de muy lejos
El jugador de softbol al terminar de escuchar le pregunta: ¿Cómo es que tu sabes tanto de todo esto? A lo que le responde: Yo, mi amigo, no soy de aquí, he venido de muy lejos, pero no puedo regresar a mi lugar de origen; me tocó perder y sólo me queda protestar y esperar a que este orden en el que vivimos cambie. Dicho esto el sujeto desapareció frente a los ojos de Gregorio.