Lo que debería de ser un festejo de manera extraordinaria para poco más de 90 mujeres que permanecen privadas de su libertad recluidas en la prisión del Estado, pasa hacer hoy en este día, el de las madres, un día triste.
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La contingencia que azota al país reflejan ha provocado precisamente que hoy 10 de mayo,todas las madres no tengan un festejo que merecen y entre ellas, las que están en la cárcel.
Autoridades penitenciarias, naturalmente no tuvieron la oportunidad de celebrarlas; la preocupación es de evitar el contagio interno que de momento ha costado la vida de tres presos y que por fortuna ni una mujer ha presentado indicios del Covid-19.
Y peor aun la situación para estas mujeres que ni siquiera pueden tener la visita de familiares en este día.
Desolado se aprecia el acceso a las instalaciones del penal Villahermosino; ni guardias a la vista se puede apreciar en el alrededor; todo es silencio y resulta esporádico el arribo de algunas personas para dejar alimentos y así como llegan, entregan y se retiran; no hay mucho que hacer aquí. La contingencia que mantiene suspendida la visita familiar y conyugal hasta nuevo aviso provoca toda esta calma externa.
Y es por las medidas extremas que afortunadamente aún no se ha detectado algún tipo de incidente provocado por la pandemia, por el coronavirus en la población penitenciaria femenil.
Doña Dora, que lleva algunos alimentos a su hija, encarcelada por delito contra la salud y sentenciada a 5 años de prisión, comentó que lo peor de toda esta situación, es no poder verla; platicar; darle un beso, un abrazo y mas hoy que teniendo la oportunidad de convivir con sus pequeños hijos, no se puede. Es terrible la situación.
Un hombre que lleva alimentos, se adentra rápidamente al área de revisión; entrega lo que lleva y así, sin más, parte: era comida para mi hijo -dice-, y abunda, no hay mas nada que hacer aquí. Nada...