Son las 8:45 horas afuera de las instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), en la calle de Ignacio Allende. Es lunes, las personas comienzan a llegar, y el sol ya pega de lleno sobre los ventanales y el pavimento del edificio que ocupa la dependencia.
Algunos de los usuarios traen cita, otros, no. Todos son interceptados en la puerta por un oficial de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), quien los interroga como si estuvieran a punto de traspasar los muros del Pentágono.
—Y usted, ¿a qué viene? ¿trae cita? ¿Viene a pagar, o hacer trámite? —pregunta el policía en tono inquisitorial, con las manos en el rifle y el dedo índice en el gatillo.
Aquellos que no tienen la suerte de haber hecho su reservación por Internet, se quedan afuera del lobby, haciendo fila para su posterior atención. Son los más. En la fila, que después de las 9:00 am se hace cada vez más extensa, se escuchan las siguientes frases, en tono de fastidio:
—Ah diantre con estos jijoepu... parece que les viene uno a pedir fiado...
—Ahí adentro se ve que cabemos todos, no sé por qué nos tienen acá afuera, en el mero calor...
—Encima de que el servicio es pésimo, lo tratan a uno como limosnero...
Y es que, cuando se revisan las cifras de la Oficina del Consumidor (ODECO) en Tabasco, las frases de viva voz adquieren sentido: de las cerca de 30 quejas diarias que recibe la Procuraduría Federal del Consumidor en Tabasco, el 50 por ciento son en contra de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), según un reciente dato expresado por el titular de la Oficina, Pedro Aldecoa. No obstante, a pie de calle, dichas quejas adquieren corporeidad, nombre y apellido.
"Yo vine a reclamar que me están cobrando de más en mi recibo. No es posible, porque yo y mi esposa trabajamos todo el día fuera de casa, sólo llegamos a dormir. No tenemos climas, sólo ventiladores, y tampoco lavamos en casa. Sólo hay dos cuartos, una cocina y un baño pequeño. ¿De dónde sacan estos señores que consumimos 2 mil 200 pesos bimestrales?", cuenta un hombre de mediana edad, con su factura en la mano.
Pero los llamados "recibos locos" son sólo parte del problema de CFE. El cúmulo de errores asociados a la prestación del servicio de suministro eléctrico es quizás tan amplio como usuarios existen. Eso, sin contar con el trato que los ejecutivos suelen dar a quienes acuden a tratar de solucionar sus problemas, sin siquiera mencionar a los empleados "del camión" y quienes "toman las lecturas", una actividad que no se explica desde que entraron en operación los medidores electrónicos.
"Yo tengo unos cuartos en Ixtacomitán, y no los habitaba nadie, pero unos familiares se fueron a posar allá durante unos meses. El recibo les llegaba de 300 pesos, 500 cuando mucho. Ahora que ya nadie habita los cuartos, el recibo sigue llegando igualito. ¿Cómo va a ser?", se pregunta una mujer, quien además se queja: "Y además estas señoras lo tratan mal a uno cuando viene a reclamar", dice refiriéndose a las ejecutivas que atienden en las oficinas.
Otra queja común es por los cambios de tarifa habitacional a comercial y viceversa, por las reconexiones, por los recargos, por el cambio de voltaje, etc.
Pero la fila de personas se sigue acumulando afuera de la CFE, a medida que avanza el día, y la atención no es más rápida debido a que sólo se encuentran operando tres de los seis módulos.
—Y eso que nos iban a dar trato preferencial a los tabasqueños...
—¿Cuándo se irá a terminar este desm... con la CFE? —pregunta otro.
—Estábamos mejor cuando estábamos peor —dice otra persona que viene llegando, y a quien el policía manda a la cola.