Crónica | Un líquido precioso en época pandémica

El plasma de pacientes recuperados de Covid-19, ha generado un "mercado negro" en el que se pagan "gratificaciones" que van de los mil 200 pesos a los 8 o 9 mil pesos por transfusión

Ángel Vega | El Heraldo de Tabasco

  · jueves 11 de junio de 2020

El hospital requisita para la donación de plasma una prueba previa positiva al Covid-19 y una posterior negativa, con más de 20 días que no hayan presentado síntomas. foto. Ángel Vega

I

Son las 04:30 horas de la madrugada. Esperando alcanzar un lugar en el restringido transporte público para llegar al hospital Juan Graham de Villahermosa, se encuentra Arturo 'N', paciente recuperado de Covid-19 quien se apresta a donar su plasma de manera altruista para ayudar a otros enfermos.

—¿Le pagarán algún tipo de gratificación? —se le cuestiona.

—No, yo voy de forma altruista —responde.

—¿Sabe que hay personas que pagan por el plasma de pacientes recuperados?

—He escuchado de eso, pero yo no cobro —asegura.

En Tabasco, durante el periodo más álgido de la cuarentena, cuando el estado acumula en promedio 150 nuevos casos positivos diarios, (según cifras de la secretaria de Salud Silvia Roldán, recuperada del Covid-19 que la aquejó hace poco más de un mes), existen dos líquidos que se tornaron "preciosos", de acuerdo a su demanda en los mercados legales y no legales; el alcohol y la sangre.

Arturo, de 24 años de edad, deja en claro que su donación es para "un conocido" que se encuentra grave debido al coronavirus y la diabetes que padece, por lo que se encuentra internado.

—¿Qué documentación le piden para poder donar su plasma?

—Aquí traigo mis análisis —asegura, mientras estruja un sobre de plástico lleno de papeles.

Explica que en el hospital requieren una prueba previa positiva al Covid-19 y una prueba posterior negativa, con más de 20 días y que no presente síntomas o haya recaído.

—Además de lo de siempre: estar sano y no haber consumido bebidas embriagantes. Yo ya me recuperé, gracias a Dios tengo salud y nunca he bebido —añade.

Arturo de 24 años de edad, deja en claro que su donación es para "un conocido" que se encuentra grave debido al coronavirus y la diabetes que padece, por lo que se encuentra internado. Foto. Ángel Vega

Lo mismo que de la sangre, sobre el alcohol, cuya prohibición se levantó apenas al inicio de esta semana, el pasado 8 de junio, podemos resaltar otro "fenómeno pandémico": que alcanzó precios de hasta 600 pesos el "six de cerveza", causó pérdidas millonarias a los empresarios locales del ramo y generó un mercado clandestino cuyas ganancias no han sido estimadas aún por las cámaras o las autoridades estatales.

A cerca del plasma de pacientes recuperados de Covid-19, podemos establecer que de acuerdo a una revisión realizada en las redes sociales y en grupos de Facebook (que para subsanar esta necesidad han surgido con celeridad), existe ya un "mercado negro" en el que se pagan "gratificaciones" que van de los mil 200 pesos a los 8 o 9 mil pesos por transfusión.

Pese a que la venta de sangre y sus hemoderivados está prohibida en nuestro país en términos de la Norma Oficial Mexicana NOM-253-SSA1-2012, dicho tráfico está dejando millonarias ganancias en los bolsillos de los laboratorios particulares que efectúan pruebas de detección del virus, tanto nacional como estatalmente, y en los de pacientes recuperados cuyas células adquirieron un valor por el hecho de haber sobrevivido al contagio.

II

Como se recordará, fue el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) quien hizo el primer llamado a los pacientes que lograron recuperarse de COVID-19 a hacer una donación de plasma sanguíneo, para usarlo como alternativa de tratamiento a aquellos cuya salud se agravó significativamente por este mal.

"Contiene una carga importante de anticuerpos”, tuiteó en su momento, hace casi un mes, el director del Instituto, Zoé Robledo. Hoy, el mismo Robledo se encuentra en cuarentena al declararse contagiado, luego de una visita a Tabasco.

Sobre la creencia de que el plasma de los recuperados tiene propiedad terapéuticas, le pregunto a un médico general que labora en el sistema de Salud federal en Tabasco, quien opta por resguardar su identidad.

—¿Qué opina del mercado del plasma de pacientes recuperados del covid?

—Es algo que no está comprobado: de diez, a uno o dos les va bien. Matemáticas básicas: no es confiable (que funcione) y es muy caro —dice tajante.

—Pero la gente lo busca y lo paga como si fuera el santo Grial, pese a que hacerlo es ilegal, en términos estrictos...

—Pues sí, pero nadie ha dicho nada.

—¿El plasma se ha convertido en un mercado negro?

—Hay una ley de Salud y una Norma Oficial Mexicana, que es muy estricta en eso de manejo de los derivados de la sangre... aquí alguien está haciendo mucho dinero con eso.

—¿Laboratorios y particulares? —vuelvo a la carga.

—Pues ahí te va que muchos laboratorios dentro de los hospitales públicos son concesionados... —responde.

—¿Algunos nombres de laboratorios?

—Busca la relación de los dueños y con gente del gobierno...

III

Ya son casi las 05:00 horas y Arturo 'N' no ha logrado subirse a una combi o a un taxi para llegar a su destino. Como él, muchos ciudadanos sufren las nuevas restricciones a la movilidad; el "hoy no circula", por ejemplo, que no conforme con limitar el transporte público, ahora amenaza también al particular.

Como él, muchos donadores son buscado u ofrecen su sangre en grupos de Facebook (como "Banco de donadores de plasma unidos"), quienes buscan poner en contacto a potenciales donadores de plasma con parientes de enfermos graves que lo necesitan.

También se anuncian en la radio, y proliferan en grupos de Whats App. Es lo que en otras latitudes del orbe se ha denominado "corredores de plasma", que le venden su sangre tanto a familiares de pacientes como a grandes laboratorios que buscan desarrollar test de Covid-19 más efectivos, vacunas o tratamientos.

En el caso de Tabasco, como en el resto del país, el asunto aún no está legislado ni reglamentado porque priva la necesidad de beneficiar de cualquier manera posible a los enfermos que lo necesitan, sin atender a otras consideraciones éticas o mercantiles.

Finalmente, el asunto es de vida o muerte para miles de pacientes.

Tal vez por eso Arturo, desesperado por no encontrar transporte rumbo al hospital, se juega su última carta y entre la muchedumbre, le grita al taxista que se detiene en la parada, con espacio para un solo pasajero:

—¿Me lleva al Juan Graham? Es una urgencia. Voy a donar sangre.

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