/ miércoles 1 de abril de 2020

Crónica | "Si tú te cuidas, nos cuidamos todos"

Entre la emergencia sanitaria, la necesidad y la incredulidad, ciudadanos se exponen a contagios

"Si tú te cuidas, nos cuidamos todos", puede leerse en un pendón que cuelga del ala oriente del Palacio de Gobierno de Tabasco, en donde ya no despacha Adán Augusto por encontrarse confinado en cuarentena tras dar positivo al virus Covid-19.

Al igual que él, se encuentra resguardada también la secretaria de Salud estatal, Silvia Roldán Fernández, la encargada de cuidar el bienestar físico de todos los tabasqueños. Y quién sabe cuántos funcionarios más del gabinete, una cifra sobre la que sólo se puede especular debido al sigilo oficial.

Frente a Palacio, a nivel de calle en Plaza de Armas, Víctor vende pozol frío abordo de su triciclo equipado con sombrilla playera. Junto a él, más arriba, la bandera monumental ondea con el poco viento que sopla a las cuatro y media de la tarde.

"No me da miedo el coronavirus", aclara, un tanto huraño. Es originario de San Cristóbal de las casas. El muchacho no ha sucumbido a la paranoia del cubrebocas y luce despreocupado.

Ha bajado un poco la venta, admite; no es casado pero envía ayuda a su familia.

El lugar luce un tanto desierto pero esta percepción es engañosa. De pronto, en las inmediaciones, parvadas de "paseantes" aparecen de la nada y si no fuera por los cubrebocas, le darían un aspecto francamente dominguero (y no de emergencia sanitaria) a la plaza.

"Roberto" dice temerle más al hambre y a la falta de apoyos del gobierno. Foto. Ángel Vega

Apenados (se niegan a ser fotografiados), admiten que no deberían andar en la calle, que no deberían andar en grupo y que deberían cuidarse más, de acuerdo a las recomendaciones de las autoridades federales y estatales.

─Sí sabe que ya hay varios casos de coronavirus en Tabasco, ¿verdad?

─Pues eso dicen, pero yo no conozco a ninguno ─dice un joven de aspecto desinhibido.

Se ríe y los demás ríen con él. Luego abuchean a uno de ellos que tras la risa se pone a toser, y todo se torna un juego en el que mutuamente se acusan de estar "infectados".

Un par de horas más tarde, la Secretaría de Salud informaría a la población tabasqueña, por medio de un boletín, que al corte de las 13:00 horas del martes 31 de marzo, ya habían sido confirmados nueve casos más de COVID-19, sumando con estos 48 casos positivos en la entidad.

"ES QUE EL HAMBRE ES EL HAMBRE"

A un costado de Palacio, en la sombrita, sobre las escaleras de Vicente Guerrero, un artesano espera. Aparentemente despreocupado, escrolea la pantalla de su móvil, esperando por clientela.

Se llama Roberto. Desde hace 17 años se dedica a hacer tatuajes y a vender pulseras, llaveros y dijes que él mismo confecciona con cuentas y piedrecillas.

"Pues estoy aquí, viendo si gano un poquito de dinero porque el hambre es el hambre... el gobernador debería dar algún apoyo, pero nada... A veces ni vengo porque no vendo ni un peso, de plano. No sale ni para comer. A veces 50, a veces 20, a veces ni un peso", afirma.

Su torso, cubierto de tatuajes inextricables, es una muestra de body art urbano. En los lóbulos de las orejas lleva anillos expansores. Piercings y accesorios hechos por él mismo cuelgan en distintas coordenadas de su piel requemada por el sol.

"Salgo para distraerme, pero ya no se vende nada. La contingencia nos ha pegado demasiado...", remata. Roberto no le tiene tanto miedo al Covid-19 como al hambre y la falta de apoyos del gobierno a cuya sombra se arrima.

"NO SEAS LA TINTA, SHOTO"

Más allá, hacia Madero, hay más peatones, más autos, más gente, y pese a que los comercios están semivacíos, lo mismo que las taquerías, el bullicio es equiparable al de una tarde de domingo cualquiera.

De pronto, un Tsuru que avanza hacia Malecón con trompetas de perifoneo a todo volumen rompe la ¿tranquilidad? de ciudadanos que a esa hora andan en la calle, a prueba del calor y de las eventuales infecciones, incluyendo la que debería mantenerlos recluidos.

Es un estribillo de "Eléctrica y plomería Silva", cantado con acento choquísimo y musicalizado para "invitarte a seguir las instrucciones de nuestras autoridades";

"El covid 19 / es un virus de lo pior (Sic)

Está en muchos países / haciendo matazón

Por eso nos cuidamos / siguiendo la instrucción

Y usando la estampita / que nos dijo Obrador

Y el coro:

Quédate en tu casa / ya no salgas más

Y tápate la boca / cuando tosas por favor

No seas la tinta shoto / que te vas a contagiar

"Si tú te cuidas, nos cuidamos todos", puede leerse en un pendón que cuelga del ala oriente del Palacio de Gobierno de Tabasco, en donde ya no despacha Adán Augusto por encontrarse confinado en cuarentena tras dar positivo al virus Covid-19.

Al igual que él, se encuentra resguardada también la secretaria de Salud estatal, Silvia Roldán Fernández, la encargada de cuidar el bienestar físico de todos los tabasqueños. Y quién sabe cuántos funcionarios más del gabinete, una cifra sobre la que sólo se puede especular debido al sigilo oficial.

Frente a Palacio, a nivel de calle en Plaza de Armas, Víctor vende pozol frío abordo de su triciclo equipado con sombrilla playera. Junto a él, más arriba, la bandera monumental ondea con el poco viento que sopla a las cuatro y media de la tarde.

"No me da miedo el coronavirus", aclara, un tanto huraño. Es originario de San Cristóbal de las casas. El muchacho no ha sucumbido a la paranoia del cubrebocas y luce despreocupado.

Ha bajado un poco la venta, admite; no es casado pero envía ayuda a su familia.

El lugar luce un tanto desierto pero esta percepción es engañosa. De pronto, en las inmediaciones, parvadas de "paseantes" aparecen de la nada y si no fuera por los cubrebocas, le darían un aspecto francamente dominguero (y no de emergencia sanitaria) a la plaza.

"Roberto" dice temerle más al hambre y a la falta de apoyos del gobierno. Foto. Ángel Vega

Apenados (se niegan a ser fotografiados), admiten que no deberían andar en la calle, que no deberían andar en grupo y que deberían cuidarse más, de acuerdo a las recomendaciones de las autoridades federales y estatales.

─Sí sabe que ya hay varios casos de coronavirus en Tabasco, ¿verdad?

─Pues eso dicen, pero yo no conozco a ninguno ─dice un joven de aspecto desinhibido.

Se ríe y los demás ríen con él. Luego abuchean a uno de ellos que tras la risa se pone a toser, y todo se torna un juego en el que mutuamente se acusan de estar "infectados".

Un par de horas más tarde, la Secretaría de Salud informaría a la población tabasqueña, por medio de un boletín, que al corte de las 13:00 horas del martes 31 de marzo, ya habían sido confirmados nueve casos más de COVID-19, sumando con estos 48 casos positivos en la entidad.

"ES QUE EL HAMBRE ES EL HAMBRE"

A un costado de Palacio, en la sombrita, sobre las escaleras de Vicente Guerrero, un artesano espera. Aparentemente despreocupado, escrolea la pantalla de su móvil, esperando por clientela.

Se llama Roberto. Desde hace 17 años se dedica a hacer tatuajes y a vender pulseras, llaveros y dijes que él mismo confecciona con cuentas y piedrecillas.

"Pues estoy aquí, viendo si gano un poquito de dinero porque el hambre es el hambre... el gobernador debería dar algún apoyo, pero nada... A veces ni vengo porque no vendo ni un peso, de plano. No sale ni para comer. A veces 50, a veces 20, a veces ni un peso", afirma.

Su torso, cubierto de tatuajes inextricables, es una muestra de body art urbano. En los lóbulos de las orejas lleva anillos expansores. Piercings y accesorios hechos por él mismo cuelgan en distintas coordenadas de su piel requemada por el sol.

"Salgo para distraerme, pero ya no se vende nada. La contingencia nos ha pegado demasiado...", remata. Roberto no le tiene tanto miedo al Covid-19 como al hambre y la falta de apoyos del gobierno a cuya sombra se arrima.

"NO SEAS LA TINTA, SHOTO"

Más allá, hacia Madero, hay más peatones, más autos, más gente, y pese a que los comercios están semivacíos, lo mismo que las taquerías, el bullicio es equiparable al de una tarde de domingo cualquiera.

De pronto, un Tsuru que avanza hacia Malecón con trompetas de perifoneo a todo volumen rompe la ¿tranquilidad? de ciudadanos que a esa hora andan en la calle, a prueba del calor y de las eventuales infecciones, incluyendo la que debería mantenerlos recluidos.

Es un estribillo de "Eléctrica y plomería Silva", cantado con acento choquísimo y musicalizado para "invitarte a seguir las instrucciones de nuestras autoridades";

"El covid 19 / es un virus de lo pior (Sic)

Está en muchos países / haciendo matazón

Por eso nos cuidamos / siguiendo la instrucción

Y usando la estampita / que nos dijo Obrador

Y el coro:

Quédate en tu casa / ya no salgas más

Y tápate la boca / cuando tosas por favor

No seas la tinta shoto / que te vas a contagiar

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