-Más vale tarde que nunca-, exclamó una señora a su compañera de fila cuando le preguntó la razón por la que había acudido a vacunarse más de tres semanas después de la fecha que le correspondía.
Como ella, todas las personas rezagadas que acudieron al llamado de la Secretaría de Salud y que se encontraban formadas en el módulo de la Ciudad Deportiva de Villahermosa, tenían una excusa diferente, aunque de momento lo callaron para escuchar el diálogo entre las otras personas.
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-La verdad, yo no vine cuando me tocaba porque tenía extraviado mi comprobante”,- dijo una de las mujeres.
-Y yo, porque me fui a Mérida con una de mis hijas y acabo de llegar; allá no me pude vacunar, y por eso vengo hasta ahora.
De este modo, de pretexto en pretexto, y de excusa a excusa, cientos de personas desfilaron en los distintos módulos que la secretaría de Salud instaló desde la semana pasada para permitir a las personas rezagadas que acudieran a recibir la segunda dosis de su vacuna anticovid.
Si bien los mexicanos son famosos por dejar todo para última hora, en el tema de las vacunas contra el Covid 19, fueron muchas las personas las que cumplieron al acudir el día que les tocaba en base a su rango de edad o letra del apellido.
Sin embargo, hubo algunas personas que no pudieron hacerlo por diversas situaciones ajenas a su voluntad.
Tal es el caso de ambas señoras, que al final de todo sí pudieron completar su esquema de vacunación.
Además de sus causas, en las largas filas de los módulos surgieron otro tipo de complicaciones que impidieron que personas adultas mayores, discapacitadas o mayores de 50 años pero menores de 60, acudieran a vacunarse ya con el rango de edades de los 30 a los 39 años.
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Aunque cabe decir que en los módulos instalados existe suficiente información para dividir a las personas que van por su primera dosis, y a aquellas a las que por una u otra causa se les pasó la vacuna.
Así, entre la fila se podían encontrar desde personas que por miedo no fueron a vacunarse el día que les tocaba, hasta aquellas que por una infección estaba tomando antibióticos esos días, y por recomendación de su médico decidieron postergar su cita con su segunda dosis.
También está el caso de una persona que justo la semana que le tocaba su segunda vacuna, le extrajeron una muela, y prefirió dejar para otra ocasión el segundo piquete en el brazo, o al menos hasta que le bajara la inflamación.
De cualquier forma, uno a uno, con sombrillas, paraguas, gorras o sombreros, los rezagados fueron poco a poco ingresando a las canchas de basquetbol de la Ciudad Deportiva luego de hacer fila por más de una hora.
Poco importó el sol o el intenso calor; sus rostros decían todo; lo que querían era terminar de una vez con ese martirio propiciado por ellos mismos al dejar pasar la fecha indicada en sus respectivos comprobantes.
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En grupos de 20, los rezagados fueron pasando, y tras una breve explicación, finalmente se les informó que habían completado su esquema de vacunación.
“Ahora, sí; no hay mal que dure cien años ni plazo que no se cumpla”, dijo una de las mujeres de la charla a su compañera al momento de retirarse del lugar
-Pues yo ya estoy lista para seguir paseando-, dijo la otra, quien tal vez ignoraba en ese momento que la entidad pasará todavía algunas semanas en semáforo naranja.