Muchos la recordaron, justo en la fecha establecida para tal efecto. Al filo del mediodía del 10 de mayo de 2021, el panteón Central de Villahermosa abría sus puertas a la nostalgia, por tercer día consecutivo, luego de un año de cuarentena.
Afuera del camposanto, el calor alcanzaba los 38 grados centígrados a la sombra. Los vehículos formaban filas desde temprana hora y sus conductores, desesperados, sonaban sus bocinas, tratando de encontrar un lugar en dónde estacionarse, en tanto que un camión de basura del Ayuntamiento les estorbaba el paso.
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Y todo el ajetreo, al amparo del letrero sobre la entrada de la última Morada de muchos tabasqueños, algunos ilustres y otros no tanto: "Silencio".
Cinta amarilla rotulada con letras de "precaución" restringía el paso hacia las florerías. Igual que hacía un año. Justo por estas fechas, pero en 2020, todo lucía desierto. En aquella oportunidad, uno de los floristas entrevistados por El Heraldo de Tabasco ironizaba sobre el sombrío panorama económico al que se enfrentaban: "a ver si llegamos vivos al Día de Muertos".
Desde la víspera y hasta este mismo día por la mañana, los mismos comerciantes que hace un año renegaban de su suerte, en esta ocasión se rebelaban contra las medidas impuestas por las autoridades: "déjennos trabajar", clamaron.
En la entrada aguardaban empleados del ayuntamiento y de la Secretaría de Salud estatal. Se encargaban de proveer gel antibacterial y tomaban la temperatura. Algunos visitantes tuvieron que esperar, debido a que el termómetro electrónico parecía arrojar mediciones inverosímiles a personas que se decían perfectamente sanas: 40, 41 grados. "Es el protocolo. Espere aquí en lo que se le baja", instruía una jovencita enfundada en una bata blanca, quien periódicamente volvía a tomar la lectura hasta que daba la medida esperada.
"Ya puede pasar".
Dentro, el paisaje parecía la escenificación del poema de la tamaulipeca Ana María Rabatté.
Una familia completa entonaba "Amor eterno" alrededor de una solitaria cripta.
Mujeres, hombres, jóvenes y niños iban de aquí para allá cargando ramos de flores en sus manos.
Una mujer hablaba con los ojos cerrados, conversando animosamente frente a una solitaria tumba.
Basura y acumulación de hojas muertas, montañas de tierra recién removida, fosas abiertas, deforestación, piletas sin agua, abandono, salían al paso del caminante.
Más allá, una cuadrilla de trabajadores agarraba sombra, tomando un descanso bajo una arboleda en la parte más alejada del cementerio.
Pero a ningún vivo parecía importarle demasiado el mal estado de las instalaciones. Después de todo, los muertos habían "sobrevivido" a una pandemia, en un estado que a la fecha acumula 68 mil 811 casos de Covid-19 confirmados en las últimas 24 horas, y 4 mil 159 personas fallecidas.
A lo lejos, entre las casas de la calle Tucanes, se escuchaban las notas de las tradicionales Mañanitas.
"Despierta, mi bien, despierta...".