Toda una vida rodeada de frutas y de flores han hecho de doña Florencia Morales Reyes, un jardín siempre florido, un árbol fuerte que se niega a sucumbir al paso del tiempo.
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Sus 103 años no son impedimento para que un día cualquiera de este soleado mes de agosto la hagan dejar su cama, remontar su pequeño jardín cubierto por el asfalto, y sentarse en una silla en la banqueta de la avenida Coronel Gregorio Méndez Magaña con una pequeña tabla a modo de mesita para vender carambolas y mangos.
La fila de vehículos de la transitada avenida, en los límites de las colonias Florida y Nueva Villahermosa, contrasta con su figura frágil y pequeña, que desde su asiento invita a los transeúntes a comprarle “un montoncito” de fruta a 10 pesos.
-Yo vendo esto-, dice con voz apacible pero entrecortada que demuestran su gran lucidez.
-Vivo allá, es una cuartería-, dice mientras señala con su delicada mano un portón entreabierto, por donde se deja ver una pequeña mata de carambola.
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Su rostro agrietado por el tiempo deja ver una sonrisa cuando comenta con orgullo que tuvo 4 hijos.
-Nietos, tuve un resto-,agrega entre risas.
Sus palabras son confirmadas por una de sus hijas, de nombre Maribel Zurita Morales, quien aclara que no se dedica de lleno a la venta de frutas, aunque sí reconoce que ella cosecha los frutos.
-Ella tiene una matita de carambola, y la saco a la banqueta para que esté distraída-. comenta.
Oriunda del municipio de Macuspana, doña Florencia lleva avecindada en Villahermosa más de 70 años.
-Allá en Macuspana mi papá tenía unas fincas grandes con ganado y con muchos árboles-, recuerda con una mirada que evoca con nostalgia su niñez.
Estuvo casada con el señor Felipe Zurita Martinez, quien murió hace 40 años, y a quien recuerda como “un señor de ojos azules!. -Era gachupín-, dice su hija.
A doña Florencia le gusta sembrar, toda su vida lo ha hecho, ya que es una actividad que hizo desde niña; y en estos meses de pandemia, debido al confinamiento ha estado deprimida, por lo que como actividad o terapia la ayudan a salir a la banqueta y vender un poco de fruta, de la misma que ella cosecha.
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En su pequeño jardín tiene limón, mango, carambola y papaya, además de algunas flores.
-“Ella tenía su casa y terreno aquí, pero ya repartió a sus hijos, sólo le quedó ese pedazo en donde todavía siembra-, señala Maribel Zurita, quien confiesa que actualmente su madre no padece ninguna enfermedad.
-Como dice el geriatra, ya no hay nada qué padecer a esa edad; ya no se les da medicamento-, agrega.
Doña Florencia ya recibió sus dos dosis de vacuna anti covid 19, y afortunadamente durante lo que va de la pandemia no ha padecido ningún problema, salvo el confinamiento, que es la razón por la que sale a la banqueta unas horas todos los días a vender un poco de frutas.
-Es sólo por distracción, porque si le cierran la puerta se entristece-, dice su hija, mientras doña Florencia agrega que además de sus hijos, lo que más ha disfrutado y sembrado en la vida son las flores, algunas de las cuales todavía tiene en su jardín.
-Tengo rosas,tengo corona de Cristo, tengo jazmín-, manifiesta mientras vuelve a su sillón a seguir vendiendo carambolas a 10 pesos el montón.