“El término "aporofobia" procede de dos vocablos griegos: "áporos", el pobre, el desvalido, y "fobéo", temer, prevenirse, odiar, rechazar” BBC.
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Este término, recientemente acuñado proviene de la filósofa Adela Cortina quien denominó como aporofobia al miedo o rechazo colectivo hacía la gente pobre o la pobreza en general, es una corriente que tiene su origen en la xenofobia y el racismo los cuales se han extendido en el mundo oxidental.
El término que anteriormente no era aceptado como parte de la lengua hace no muchos años fue aprobado por el Diccionario de la lengua española, además de que la Fundación del Español Urgente la declaró como palabra del año en el 2017.
El miedo a los inmigrantes
Adela señala que una de las principales manifestaciones de este miedo, es aquel que alimenta el rechazo hacia las personas inmigrantes o refugiados, no solo por el hecho de ser extranjeros, ya que no sienten la misma aversión contra los turistas, sino por el hecho de ser pobres.
Muchos incluso ponen de manifiesto el hecho de que en su mandato Donald Trump decidiera colocar un muro en la frontera con México pero no hacer lo mismo con la frontera norte con Canadá.
Este miedo a la pobreza ha llevado a que las personas marginadas o en situación de calle sean víctimas de delitos de odio, no solo por el hecho de verse excluidos de la sociedad, sino también por verse indefensos.
Además de poner de manifiesto la brecha salarial que existe en algunos países entre una persona nativa del lugar con un migrante o refugiado, o el simple hecho de que hay muy pocos lugares que contratan o contratarían a personas en situación de calle.
El pobre es pobre porque quiere
Este miedo generalizado se ha convertido en un rechazo que incluso llega a anular la compasión y la empatía, poniendo incluso a los pobres como los culpables de su propia pobreza.
Las personas con aporofobia no consideran que la pobreza sea producto de condiciones estructurales que tienen diversas variables, sino que lo adjudican a un error individual o incluso a “mediocridad”.
Esto lleva incluso a que muchos pobres sean percibidos como amenaza, lo que hace que la incidencia de empatía disminuya, al grado de que haya quien esté en contra de las causas sociales y campañas que buscan ayudar a los marginados.