Mientras 80 mil no logran conseguir un empleo en Tabasco, cuya tasa de desocupación laboral es la más alta del país, el 66 por ciento de los 939 mil que sí tienen una fuente de trabajo se desempeñan en la informalidad.
En ese sector, el ambulantaje es un fenómeno creciente y el último año 306 mil 819 tabasqueños tuvieron que ganarse la vida desde "changarritos" o en puestos en la vía pública, como ocurre con quienes se encuentran alrededor del mercado José María Pino Suárez.
El INEGI se refiere a la “informalidad” como la suma, sin duplicar, de los ocupados que son laboralmente vulnerables por la naturaleza de la unidad económica para la que trabajan, con aquellos cuyo vínculo o dependencia laboral no es reconocido por su fuente de trabajo.
Así, en esta tasa se incluye a otras modalidades análogas como los ocupados por cuenta propia en la agricultura de subsistencia, así como a trabajadores que laboran sin la protección de la seguridad social y cuyos servicios son utilizados por unidades económicas registradas.
Sin embargo, existe un rubro que representa a la población ocupada que trabaja para una unidad económica que opera a partir de los recursos del hogar, pero sin constituirse como empresa, de modo que la actividad no tiene una situación identificable e independiente de ese hogar, es decir, personas dedicadas a vender piratería, comida o ropa en la calle o cualquier otro producto de manera “irregular”.
Estos “informales” son ya el 32 por ciento del total de la población económicamente activa en el estado, son gente que produce y lleva sustento a sus hogares, pero que no paga impuestos ni tampoco existe control de las autoridades sobre ellos; carecen de seguridad social y no tienen posibilidades de ahorrar para su retiro.
El ambulantaje no sólo es un tema social, sino de urbanidad, pues diversas calles del primer cuadro de la ciudad, que ha tratado de ser impulsado como atractivo turístico, lucen atestadas de puestos que arrojan sus desperdicios en plena vía pública.
Sus miembros también son competencia desleal para el comercio formalmente establecido, además de que impiden el libre tránsito.
UN PELIGRO PARA LA SALUD
Sin embargo, además de que el ambulantaje favorece la venta de productos ilegales o defectuosos, también representa un peligro para la salud, pues no hay autoridad que se haga responsable de vigilar lo que se ofrece en la calle a toda hora.
Y es que, del total de comerciantes informales que venden alimentos y bebidas, el 40 por ciento incumple con las medidas básicas de higiene para preparar sus productos, así lo reveló el Coordinador de Salud del Ayuntamiento de Centro, Feliciano Wong Ortiz.
Indicó que esta anomalía se ha encontrado en las inspecciones que hace personal de su coordinación, por lo que ya se han aplicado sanciones, sin embargo, es difícil encontrar dos veces al mismo vendedor, pues siempre se cambian de lugar.
El funcionario municipal destacó que no estar preparados con la debida higiene, los alimentos que se consumen en la calle pueden provocar enfermedades gastrointestinales, tifoidea y hasta cólera, como se dio a conocer en días pasados.