A punto de cumplir su 30 aniversario -el 5 de mayo próximo- el Partido de la Revolución Democrática (PRD) está prácticamente desaparecido del mapa político de Tabasco, aun cuando el sexenio pasado marcó la ruta de la transición y prometió "el cambio verdadero".
Fue brutalmente arrollado por Morena en las elecciones pasadas dejando de ser la primera fuerza política, lo que le representó menos prerrogativas a grado tal que ahora ocupa una modesta sede cuando vivió sus mejores momentos en otro de mayores dimensiones.
El financiamiento público que hasta el año pasado sumaba alrededor de 20 millones de pesos anuales, adicional a las aportaciones de funcionarios estatales, municipales y diputados locales, se redujo drásticamente para el PRD por el derrumbe electoral.
Razón por la que ya no pudo continuar pagando la renta de aproximadamente 120 mil pesos mensuales del edificio que albergó sus oficinas de 2003 a 2019 sobre la avenida Gregorio Méndez, entre Eusebio Castillo y Doña Fidencia.
De 2012 a 2018, el PRD perdió 358 mil 99 simpatizantes que en el pasado lo impulsaron electoralmente.
Y es que en su momento Arturo Núñez Jiménez ganó la gubernatura con más de 500 mil votos, mientras el ex candidato Gerardo Gaudiano Rovirosa alcanzó unos 189 mil sufragios dejando sin oportunidad a su partido de permanecer otro sexenio en el poder.
Los militantes de siempre, enfundados en los liderazgos de las diferentes corrientes, tratan a toda costa de derrocar a la actual dirigencia que encabeza Darvin González Ballina, por cierto, histórico fundador del sol azteca quien ahora es testigo de cómo éste se cae a pedazos.
La disputa por el Comité Directivo Estatal ha generado a una guerra de señalamientos entre los simpatizantes Alternativa Democrática Nacional (ADN), comandado por el senador Juan Manuel Fócil Pérez con las huestes del líder de Nueva Izquierda, el diputado local, Agustín Silva Vidal.
Ambas tribus quieren el control total del instituto político, pensando ya en la elección intermedia donde presumen empezarán a recuperar los espacios perdida por el desencanto que hay de los tabasqueños con los gobiernos de MORENA.
Los perredistas no ganaron casi nada en los comicios de 2018, solamente lograron obtener cinco diputaciones plurinominales y la presidencia municipal de Jonuta; MIRENA se quedó con la gubernatura, 15 alcaldías y las 21 diputaciones de mayoría.
Sin embargo, lejos de practicar y fomentar la unidad interna, los integrantes de la bancada en el Congreso local viven de las greñas, divididos por intereses personales y de grupos.
Aunado a ello, cientos de militantes abandonaron el “barco” al darse cuenta de que ya el partido no es garantía de triunfo y se enlistaron en las filas de MORENA, prueba inequívoca de ello son los actuales funcionarios salidos del PRD y que encontraron acomodo en la administración estatal.
Enfrentado, sumido en problemas financieros que se agudizan debido a que la militancia no cumple con sus cuotas estatutarias y con pocos afiliados, un Partido de la Revolución Democrática en el “puro cascarón” busca resurgir en el próximo proceso electoral de 2021.