A Gerardo ni la maquinaria pesada lo saca de su vivienda a base de hule

Pese a que SOTOP y CEMATAB realizan trabajos de limpieza en la zona, el hombre de 70 años de edad originario de Veracruz que vive en un terreno baldío decidió quedarse en el lugar, pues no tiene a donde más ir

José Pérez | El Heraldo de Tabasco

  · viernes 4 de febrero de 2022

Fotos: Iván Sánchez | El Heraldo de Tabasco

A sus 70 años de edad, el señor Gerardo Méndez Rosas, oriundo de Papantla de Olarte, Veracruz, es una de las pocas personas que continúan viviendo en el terreno baldío ubicado en el Periférico Carlos Pellicer Cámara a la entrada del Parque Tabasco.

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Esto luego de que personal de la Secretaría de Ordenamiento Territorial y Obras Públicas y Central de Maquinaria de Tabasco se dieran a la tarea de realizar trabajos de limpieza y rescate de esa zona, lo que obligó a unas 10 familias que se encontraban asentadas ahí en forma irregular a buscar suerte en otros sitios.

Fotos: Iván Sánchez | El Heraldo de Tabasco

Desde hace más de 10 años este sitio que se localiza en la ribera del río Carrizal, bajando del puente que viene del Parque Tabasco, se encontraban viviendo en ese sitio. Con improvisados refugios hechos a base de cartón, lámina, lona e inclusive plásticos, estas personas entre las que se encontraban menores de edad estaban asentadas en forma irregular.

Este asentamiento impedía la visibilidad de la orilla del río, aunque a partir de esta semana la llegada de maquinaria pesada empezó a causarles preocupación. Aunque el personal de SOTOP y CEMATAB en ningún momento les dijeron que se retiraran, al ver que los trabajos de limpieza iban en serio esta vez, muchos de ellos optaron por recoger sus pocas pertenencias y mudarse de sitio.

Fotos: Iván Sánchez | El Heraldo de Tabasco

“Tal vez se mudaron a otro puente cercano a un río”, señala Gerardo, quien es una de las tres personas que aún permanecen ahí. Algunos se fueron a la zona conurbada de Villahermosa y Nacajuca y otros buscaron otros puentes para establecer sus humildes viviendas. Mientras tanto siguen los trabajos de rescate de ese sitio, trabajos que inclusive se han mantenido en toda la ribera del Carrizal.

En el caso de Gerardo Méndez Rosas, señala que es originario de Papantla de Olarte, Veracruz, tener 70 años y estar viviendo en ese sitio “del 2000 para acá”. Desde entonces se dedica a la recolección de desechos, para lo cual recorre todos los días la ciudad de Villahermosa e incluso su zona conurbada.

Fotos: Iván Sánchez | El Heraldo de Tabasco

“Yo soy chatarrero, trabajé en perforación”, comenta mientras observa, sentado en un sillón los últimos trabajos de la maquinaria que efectuó la limpieza del terreno. “Ahí tengo productos químicos petroleros que he encontrado en mi andar, para que los vengan a buscar”, señala.

Aunque dice estar bien de salud, reconoce que sus pasos ya no son tan veloces como antes: “Me prestan un triciclo para recorrer colonias como la Primero de Mayo, Tamulté y Tierra Colorada”. En cuanto a sus “vecinos”, desconoce a donde se fueron, aunque sólo quedaron dos personas, una pareja, hombre y mujer que llevaban poco tiempo de haber llegado.

Fotos: Iván Sánchez | El Heraldo de Tabasco

“En cuanto a los otros, no se a donde se fueron, estaban luchando porque no tienen un lugar para vivir, algunos se fueron para Viveros en Nacajuca, y los demás, sabe Dios dónde estarán”, expresa con voz pausada.

Su aspecto es desaliñado y las grietas del tiempo cada vez se hacen más evidentes en su rostro, y manifiesta que hasta el momento los empleados que realizan los trabajos de limpieza no le han dicho nada. “Cuando llegaron nos dijeron, no venimos a destruir ni a quitar a nadie, únicamente a limpiar”, refiere. Sin embargo, poco a poco se fue quedando solo en el sitio, en donde ha permanecido cerca de 10 años.

Fotos: Iván Sánchez | El Heraldo de Tabasco

“Vivo solo, sin la ayuda de nadie, acompañado de un gato y un perro; mejor vivo así, aunque no se cuánto más vaya a durar”, agrega mientras escucha el ruido de las máquinas que siguen quitando la maleza de la orilla del río.

De este modo, Gerardo continúa sentado en su sillón observando a Rufina, la gatita que le hace compañía, y más allá, a La Negrita, que es como llama a una perrita callejera que como él dentro de poco tendrá que buscar un nuevo sitio para establecerse.