El tradicional Mercado de las Flores de Villahermosa, contiguo al Panteón Central, luce descolorido y desierto. A estas alturas del año, los aproximadamente 18 locales fijos y semifijos que ahí se encuentran, deberían estar a punto de recibir la mercancía para la celebración del Día de las Madres.
"¿Día de las madres? En la ma... es en dónde mero nos dio esto de la pandemia. ¿Que a cómo (vendemos) las coronas? coronas... ¡el coronavirus fue nuestra corona!", exclama don Gabriel, un florista con más de dos décadas de experiencia.
Don Gabriel barre el tramo de calle que le corresponde, a pesar de que todos los locales están cerrados. Hace calor, el sol comienza a descender detrás de las tumbas, al otro lado de la barda. Contesta las preguntas de mala gana.
─No vaya usted a poner mi nombre completo, vaya siendo que me encierren ─señala el hombre, un adulto mayor de apariencia recia.
Se queja de que los floristas han sido obligados a recortar sus horarios y que, a pesar de que se dice que el coronavirus "está matando a mucha gente", a él no le ha "beneficiado" en nada.
─Ya ni siquiera los entierran, sólo los creman. Eso dicen.
Si el 2020 fuera un año normal, los locales exhibirían los arreglos de rosas, claveles, gladiolas, azucenas, lilas, crisantemos, bromelias y flor de nube que usualmente provienen de los estados de Morelos, Puebla, Oaxaca y Veracruz, en la víspera del tercer día de mayor venta del año, después del Día de Muertos y el Día de San Valentín.
Pero no, no es de ningún modo un año normal, y sólo unos cuantos locales siguen empecinados en sobrevivir.
Ahí cerca, la reja del cementerio se encuentra cerrada con candado. Un pedazo de cinta amarilla que dice "PROHIBIDO" con letras negras, cuelga a modo de lúgubre crespón.
Más adelante, cerca de la entrada principal hay más movimiento. Ahí están dos o tres locales que corren con mejor suerte y exhiben ramos y arreglos muy sencillos. A lo lejos, en la esquina de Paseo Tabasco, un anuncio espectacular exhorta; "Fe en Dios, Oremos. Quédate en Casa".
Marina, una joven vendedora, mira a dos chalanes que se afanan en limpiar el lugar.
─Es que ya vamos a cerrar ─advierte. E inmediatamente, aprovecha la presencia de la prensa, y confiesa:
─Nos ha pegado durísimo la cuarentena. La venta ha bajado y no hay para cuándo se recupere.
─Cómo cuántos arreglos vende al día? ─le pregunto.
─Uy, pues casi nada, ya no es como antes...
─¿Siguen sepultando personas en el Panteón Central?
─Una o dos al día, cuando mucho... yo creo que ahora se están llevando a los difuntitos al Recinto (Memorial)...
─Pese a la crisis, ¿qué tipo de flores o arreglos vende más?
─Pues los sencillos, baratitos, señor...
─¿Tiene idea cuándo se regularizarán las ventas?
─... esperamos que pronto. A ver si llegamos vivos al Día de Muertos... ─bromea, un tanto macabramente.