Las muertes de las celebridades tienden a tener siempre tintes de misterios, algunos muy particulares como el caso del sandwich asesino, el llamado “oro de los pobres” que supuestamente acabo con la vida del máximo exponente del Rock N Roll Elvis Presley.
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Cuenta la leyenda que este sándwich que comía el cantante contaba con la humilde cantidad de 8 mil calorías, las que necesitaría un cuerpo adulto para andar 4 días, el rey del Rock lo devoraba en una sentada.
ENAMORADO DE UNA PROBADA
Nick Andurlakis, es el responsable del acercamiento de este platillo al artista, quien se lo presentó con una particular historia en una noche de Denver, cuando él solo tenía 17 años y trabajaba en un restaurante donde llegó de visita el artista.
“The Mine Company” es un lugar en el que no era inusual ver pasar celebridades, así lo describió hace un par de año Andurlakis a un medio de Denver, quien mencionó que los oficiales de policía fungían como guardaespaldas de los artistas en esos tiempos.
Recordó como una noche de 1976 el artista llegó pidiendo una recomendación, en donde no tardó en mencionar el sándwich agridulce, del cual se enamoró al instante, que tiempo después mencionó que voló en su avión privado a la ciudad únicamente para probar de nuevo el “fool'd Gold”.
LA RECETA ORIGINAL
Año tras año la receta se fue cambiando, pero Andurlakis logró especificar los ingredientes para su preparación, y unos secretos que hacen la diferencia en este mítico platillo.
El pan de masa madre de 30 cm embarrado con manteca y dorado 10 minutos en el horno, posteriormente se abre por en medio, se le quita toda la miga, y una de las tapas es cubierta con abundante crema de maní y la otra de igual cantidad de fresa, y para rellenar medio kilo de tocino, y queda listo para compartir entre 6 u 8 personas.
A ciencia cierta no sabremos nunca si la fascinación por este bocadillo fue lo que provoco la muerte del rey del Rock, aunque aquella papada que entre deja ver su atuendo nos puede dar un indicio de que se la pasó un poquito la mano con sus emparedados.
Publicado originalmente en El Sol de Tampico