/ sábado 12 de noviembre de 2022

Aterciopelados aún tiene fe: “Puede haber un mundo más igualitario”

Aunque reconocen su desencanto por las promesas políticas no cumplidas, Aterciopelados tiene fe en el nuevo gobierno de izquierda en su país, Colombia

El progreso prometido por la globalización y sus políticas neoliberales es una gran estafa. Así lo considera Andrea Echeverri, quien en entrevista con El Sol de México, se sincera: “Nos sentimos estafados y furiosos”. Habla, por supuesto, también, a nombre de su eterno compañero de banda en Aterciopelados: Héctor Buitrago.

Enunciar el significado de este grupo nacido en Bogotá hoy resulta relativamente sencillo. Pero en la década de 1990 no era así. Era una Colombia distinta a la de hoy, donde el rock nunca gozó de la popularidad del vallenato, donde el narcoterrorismo acaparaba las noticias y donde las mujeres no ocupaban posiciones de liderazgo en el rock latinoamericano. En ese complejo contexto surgió Aterciopelados, concepto musical que ha combinado, durante más de tres décadas, un coctel bomba de rocanrol, baile, sonidos latinoamericanos, activismo social y feminismo.

Andrea Echeverri y Héctor Buitrago conversan con este medio a propósito del concierto que darán el próximo 9 de diciembre en La Maraka, un lugar de sobra conocido en la capital mexicana por albergar grandes conciertos de música tropical y afroantillana. Recientemente, sin embargo, el foro se ha abierto a más expresiones, como Ana Torroja y Los Amigos Invisibles. Allí promoverán su noveno álbum de estudio, Tropiplop (2021), en el cual se dibujan algunas críticas contra el individualismo, el capitalismo rapaz y el machismo.

“Nos sentimos críticos, con ganas de hacer música y de expresarnos pensando que puede haber un mundo más chévere, más igualitario, porque para todos alcanza. Está muy mal repartida la vaina”, dice Echeverri. Luego, su compañero Héctor agrega: “Estas canciones reflejan nuestra visión del mundo. Ya se ha visto toda la corrupción que hay a nivel planetario en todas las instituciones. Hoy todos los ciudadanos podemos ver el grado de corrupción en que estamos. Debemos hacer algo y trabajar por un planeta mejor”.

Si bien la globalización ha traído consecuencias positivas —como una mayor interconexión entre los seres humanos pese a las distancias geográficas o una mayor posibilidad de acceder a más información y conocimientos—, los integrantes de Aterciopelados notan que también rondan muchas falacias alrededor de la promesa del progreso tecnológico y social. Echeverri enseguida recuerda la “podredumbre” que es el abuso sexual en un mundo eminetemente machista: “El movimiento #MeToo demostró que hay abuso en todos los estratos, en todas las industrias y en todos los países”.

Aterciopelados vio el ascenso de su carrera artística cuando Colombia atravesaba por políticas agresivas para combatir el narcotráfico. Políticas que, con el tiempo, derivaron en una crisis social en la que los colombianos se sumergieron en una especie de guerra inacabable, donde las fronteras entre el narcotráfico, el paramilitarismo, la guerrilla y las autoridades comenzaron a ser difusas. Sin embargo, la llegada al poder de Gustavo Petro —el primer político de izquierdas en gobernar ese país— representa un poco de esperanza para la sociedad colombiana, dice Echeverri.

“Este nuevo gobierno tiene otro discurso, otro color. El presidente en sus discursos habla del amor. Nunca nos había tocado (algo así). Habla sobre la defensa de la naturaleza y el rechazo al fracking (la extracción de combustibles fósiles mediante la inyección de grandes cantidades de agua y productos químicos). Son cosas muy radicales para que vengan de una cabeza de poder. Hay una propuesta que se llama el ‘estallido cultural’ y se está invirtiendo buen dinero en cultura, música y teatro. Además, nuestra vicepresidenta (Francia Márquez) es afrodescendiente y hay chicas indígenas en el gobierno”, celebra la cantante.

Héctor Buitrago no pierde oportunidad en hablar sobre el nuevo sencillo de Aterciopelados, Volver a solreír, en el que colabora un viejo amigo de la banda: Rubén Albarrán, el vocalista de Café Tacvba. Pero también hay más gente participando, como el cantante mexicano de reggae, Lengualerta, el músico colombiano Max Páramo y la compositora argentina Paloma del Cerro.

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“Es algo luminoso y tierno en tiempos oscuros”, resume Echeverri sobre la canción. Su compañero Buitrago la secunda: “La unión con Rubén Albarrán tiene que ver con el tema del activismo de la defensa del agua, porque él siempre ha estado muy cercano de esas luchas con las comunidades en México”.

Tres décadas después de que sus éxitos como Bolero falaz, Baracunatana y Florecita roquera irrumpieran en la escena del rock en español, los integrantes de Aterciopelados se sienten más vivos que nunca. Saben que los tiempos han cambiado —e incluso las preferencias musicales—, pero admiten que es algo natural, inevitable: "En su momento el rock en español desplazó a otros géneros, tuvo su época dorada y ahora continúa. Lo bueno es que hay muchísimas propuestas, porque cuando empezamos realmente éramos pocos", concluye la cantante.

El progreso prometido por la globalización y sus políticas neoliberales es una gran estafa. Así lo considera Andrea Echeverri, quien en entrevista con El Sol de México, se sincera: “Nos sentimos estafados y furiosos”. Habla, por supuesto, también, a nombre de su eterno compañero de banda en Aterciopelados: Héctor Buitrago.

Enunciar el significado de este grupo nacido en Bogotá hoy resulta relativamente sencillo. Pero en la década de 1990 no era así. Era una Colombia distinta a la de hoy, donde el rock nunca gozó de la popularidad del vallenato, donde el narcoterrorismo acaparaba las noticias y donde las mujeres no ocupaban posiciones de liderazgo en el rock latinoamericano. En ese complejo contexto surgió Aterciopelados, concepto musical que ha combinado, durante más de tres décadas, un coctel bomba de rocanrol, baile, sonidos latinoamericanos, activismo social y feminismo.

Andrea Echeverri y Héctor Buitrago conversan con este medio a propósito del concierto que darán el próximo 9 de diciembre en La Maraka, un lugar de sobra conocido en la capital mexicana por albergar grandes conciertos de música tropical y afroantillana. Recientemente, sin embargo, el foro se ha abierto a más expresiones, como Ana Torroja y Los Amigos Invisibles. Allí promoverán su noveno álbum de estudio, Tropiplop (2021), en el cual se dibujan algunas críticas contra el individualismo, el capitalismo rapaz y el machismo.

“Nos sentimos críticos, con ganas de hacer música y de expresarnos pensando que puede haber un mundo más chévere, más igualitario, porque para todos alcanza. Está muy mal repartida la vaina”, dice Echeverri. Luego, su compañero Héctor agrega: “Estas canciones reflejan nuestra visión del mundo. Ya se ha visto toda la corrupción que hay a nivel planetario en todas las instituciones. Hoy todos los ciudadanos podemos ver el grado de corrupción en que estamos. Debemos hacer algo y trabajar por un planeta mejor”.

Si bien la globalización ha traído consecuencias positivas —como una mayor interconexión entre los seres humanos pese a las distancias geográficas o una mayor posibilidad de acceder a más información y conocimientos—, los integrantes de Aterciopelados notan que también rondan muchas falacias alrededor de la promesa del progreso tecnológico y social. Echeverri enseguida recuerda la “podredumbre” que es el abuso sexual en un mundo eminetemente machista: “El movimiento #MeToo demostró que hay abuso en todos los estratos, en todas las industrias y en todos los países”.

Aterciopelados vio el ascenso de su carrera artística cuando Colombia atravesaba por políticas agresivas para combatir el narcotráfico. Políticas que, con el tiempo, derivaron en una crisis social en la que los colombianos se sumergieron en una especie de guerra inacabable, donde las fronteras entre el narcotráfico, el paramilitarismo, la guerrilla y las autoridades comenzaron a ser difusas. Sin embargo, la llegada al poder de Gustavo Petro —el primer político de izquierdas en gobernar ese país— representa un poco de esperanza para la sociedad colombiana, dice Echeverri.

“Este nuevo gobierno tiene otro discurso, otro color. El presidente en sus discursos habla del amor. Nunca nos había tocado (algo así). Habla sobre la defensa de la naturaleza y el rechazo al fracking (la extracción de combustibles fósiles mediante la inyección de grandes cantidades de agua y productos químicos). Son cosas muy radicales para que vengan de una cabeza de poder. Hay una propuesta que se llama el ‘estallido cultural’ y se está invirtiendo buen dinero en cultura, música y teatro. Además, nuestra vicepresidenta (Francia Márquez) es afrodescendiente y hay chicas indígenas en el gobierno”, celebra la cantante.

Héctor Buitrago no pierde oportunidad en hablar sobre el nuevo sencillo de Aterciopelados, Volver a solreír, en el que colabora un viejo amigo de la banda: Rubén Albarrán, el vocalista de Café Tacvba. Pero también hay más gente participando, como el cantante mexicano de reggae, Lengualerta, el músico colombiano Max Páramo y la compositora argentina Paloma del Cerro.

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“Es algo luminoso y tierno en tiempos oscuros”, resume Echeverri sobre la canción. Su compañero Buitrago la secunda: “La unión con Rubén Albarrán tiene que ver con el tema del activismo de la defensa del agua, porque él siempre ha estado muy cercano de esas luchas con las comunidades en México”.

Tres décadas después de que sus éxitos como Bolero falaz, Baracunatana y Florecita roquera irrumpieran en la escena del rock en español, los integrantes de Aterciopelados se sienten más vivos que nunca. Saben que los tiempos han cambiado —e incluso las preferencias musicales—, pero admiten que es algo natural, inevitable: "En su momento el rock en español desplazó a otros géneros, tuvo su época dorada y ahora continúa. Lo bueno es que hay muchísimas propuestas, porque cuando empezamos realmente éramos pocos", concluye la cantante.

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