Aunque en los últimos meses ha ido mejorando la generación de empleos en Tabasco, por el tema de la Refinería y el Tren Maya, el 66 por ciento de los empleos que se generan en la entidad se ubican en el sector informal.
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Además, de acuerdo al INEGI, unos 58 mil 212 tabasqueños no tiene fuente ingreso o empleo formal, lo que los hace buscar la manera de ganarse la vida, ya sea con ventas informales o con actividades eventuales en donde no tienen prestaciones ni seguridad social.
Esto ha llevado a muchas personas a buscar ingresos con servicios de transporte en vehículos particulares a través de plataformas digitales, en la entrega de comida rápida y la compra de mercancía en supermercados, ya que mucha gente no quiere salir durante la pandemia.
Otros más prefieren poner un puesto ambulante, ya sea de comida o de frutas de temporada para obtener ingresos que permitan un sustento a sus familias.
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Tal es el caso del señor Martin Gudiño y Sandoval, de 62 años, quien aunque no perdió su empleo en esta pandemia, sino desde hace 15 años, es parte de la población que se ha visto obligada a vender y ofrecer sus productos en la vía pública.
“Esto se hace porque no tiene uno medio de subsistir, yo trabajé para una empresa 15 años, me corrieron, hace 12 años, demandé y no me quieren liquidar”, señala mientras ofrece en su camioneta quesos, rompope, longaniza casera, miel y otros productos tabasqueños en el corredor Bicentenario, antes de llegar al Parque Tabasco.
Desde entonces, se puso a trabajar en la calle; “No me queda de otra, y los de Reglamento quieren cobrarme mil 500 pesos mensuales, les digo, si no es un departamento, y me responden, es que por ahí vive el presidente municipal, pues que agarre por otra calle para que no nos vea, el presidente tiene dinero, que me dé un socavón y 14 millones de pesos, lo relleno de arena y me voy y me siento a mi casa, así como lo hizo él”, expresa.
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Conocedor de sus derechos, invoca un artículo de la Constitución que dice que cualquier mexicano, cualquier persona de ascendencia mexicana puede trabajar a lo largo y ancho del país, siempre y cuando no afecte a ningún tercero, y ninguna autoridad estatal o municipal puede rentarle, venderle o alquilarle un espacio en la vía pública, si no es por una cuota voluntaria.
“Yo estoy de acuerdo en darles la cuota, pero si me gano 300 pesos al día con lo que vendo y quieres que yo se los dé a ellos, la inversión qué hace uno no la recupera rápido”, argumenta.
Gudiño y Sandoval obtiene al día ingresos de 200 a 300 pesos en promedio con la venta de sus productos; “es un sueldo para subsistir a la semana y vivir más o menos, porque a como vivía uno antes ya no”, refiere.
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En cuanto a su proceso legal, comenta que tiene 11 años esperando que la demanda le sea resuelta y le paguen su indemnización; “En la pasada administración me dieron el laudo a mi favor, pero esta gente me la cambiaron, entonces metí yo un amparo federal y ahí estoy”.
La empresa de Cremería en cuestión está ubicada en Michoacán, la misma tierra que lo vio nacer: “De allá soy, de Sahuayo, pero llevo aquí 37 años, me vine a los 23, soy más tabasqueños que muchos, pero esta empresa tiene bodegas en varios estados, e incluso en Guatemala, es trasnacional para que lo traten así a uno”, concluye.
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Como él, cientos de tabasqueños se ven obligado a permanecer en las filas de la informalidad, ya sea por la pandemia o antes de ella, pero no han podido obtener un empleo que les brinde seguridad social y les permita, como dice la ley, tener un empleo bien remunerado, digno y socialmente útil.