En la construcción de un hogar, la elección adecuada de techos de lámina se vuelve crucial para garantizar confort y protección contra las inclemencias del clima. Durante épocas frías, es común que los techos de lámina mantengan helada la casa, pero existen medidas efectivas para contrarrestar este efecto.
Para evitar que el frío se cuele, se sugiere colocar plástico debajo de la lámina, convirtiéndola en una especie de carpa que actúe como barrera térmica, esto también ayudará a que no se cuele la lluvia. Asimismo, para hogares con niños, se puede crear una carpa sobre camas o cunas, brindando no solo protección térmica, sino también generando una experiencia similar a un campamento.
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En la elección del tipo de lámina para techos, se presentan diversas opciones con características particulares. Las láminas de acero acanaladas, sometidas a galvanizado para prevenir la corrosión, son económicas y duraderas. Aquellas recubiertas con pintura horneada ofrecen una estética mejorada y reflejan los rayos del sol, siendo aptas para cualquier clima.
Otro material a considerar es el policarbonato, que, aunque más costoso, satisface necesidades de iluminación natural y estética. Las láminas tipo teja presentan cualidades aislantes y estéticas, superando a las tejas de barro en resistencia a diversas condiciones climáticas. El PVC se destaca por su capacidad termo-acústica, siendo útil en entornos hospitalarios e industriales.
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Para iluminación natural, las láminas acrílicas son ideales, con opciones de vida útil de 3, 5 y 10 años. Sin embargo, es importante tener en cuenta que los techos de lámina también pueden generar calor, siendo populares en climas cálidos. Sin embargo, sin la ventilación y aislamiento térmico adecuados, pueden hacer que los espacios se sientan incómodos durante los veranos.
Para contrarrestar el calor, el aislamiento térmico en techumbres de lámina ofrece beneficios significativos. Existen dos tipos principales: el aislamiento reflectante y el material de aislamiento a granel, que incluye opciones como mantas, celulosa soplada, espuma pulverizada y tablas rígidas. Este aislamiento no solo reduce el consumo de energía, sino que también mejora la calidad de vida al mantener los espacios más frescos.
En última instancia, la elección del aislamiento adecuado dependerá de las condiciones específicas y las necesidades del espacio habitacional.