La pandemia de coronavirus no simplemente trajo consigo una enfermedad respiratoria, sino también una serie de trastornos mentales, por lo que la atención a este rubro en específico comenzó a incrementarse, desenmascarando males tan comunes en el día a día de los seres humanos, pero olvidados al no ser considerados como “un problema”.
Dentro de esta situación figura el llamado síndrome de la impostora, uno de los que más ha sonado en los últimos tiempos y que puede darse en cualquier ámbito de la vida, aunque suele ser más común en el rubro laboral, consistiendo principalmente en la sensación de cometer fraude, aunque el verdadero daño se comete de manera personal y aquí te explicamos más.
¿Cómo se puede detectar el síndrome de la impostora?
El síndrome de la impostora consiste en sentir que se está cometiendo fraude al realiza alguna actividad considerando que no se tiene una determinada formación, pese a que en las evidencias se demuestre lo contrario, definición que complementa la marketing and mindset strategist Laura Ribas, quien afirma que este mal ciega a las personas, impidiéndoles ver su propio mérito.
Pero tan común es este trastorno que el 70% de la población lo padece en algún momento de su vida y fue descubierto por las psicólogas clínicas Pauline Clance y Suzanne Imes en 1978, cuando también se descubrió que el 75% de los casos eran de mujeres; dentro de los indicadores que ayudan a detectarlo se encuentran el hecho de tener una insatisfacción crónica.
Incluso aun cuando se tengan múltiples títulos y reconocimientos, incluso suele incrementarse cuando se recibe un ascenso, cuando se quieres negociar el sueldo, se debe defender un proyecto e incluso al momento de solicitar un nuevo empleo, mientras que si se trabaja de manera independiente suele percibirse cuando surge una oportunidad, pero el cliente te regatea o pide más de lo presupuestado.
¿Se puede curar el síndrome de la impostora?
La principal recomendación de los especialistas es que el trabajo para superarlo comienza en aprender a analizar lo que se está pensando en realidad, luego de lo que se aconseja cambiar el diálogo interno y por consiguiente corregir la forma en las que dialoga con uno mismo, así como la manera en la se autoinfravalora, compartiendo las emociones con personas de confianza.
Por otra parte, no se aconseja seguir este proceso solos, sino que se requiere también de la intervención de un psicólogo pues su origen puede estar en la niñez, además de contribuir en el entrenamiento de ciertas habilidades que permitan ver las cosas de manera más objetiva y por consiguiente obtener seguridad en uno mismo a partir de un análisis objetivo de la situación.
Finalmente, los especialistas aseguran que la solución radica en tener la capacidad de mantener una determinada distancia mental para ver el problema desde afuera, aprendiendo que el miedo es algo que siempre está y estará por lo que debe ser tomada como una emoción natural para aprender a vivir con él, además de que se debe considerar lo que se está haciendo mal como sociedad.
Publicado originalmente en El Sol de Puebla