La muerte es parte de la vida, sin embargo, no siempre se está preparado para afrontar la pérdida de un ser querido. El vacío emocional que deja esta ausencia duele, más cuando la recordamos y entendemos que ya no podremos escuchar su voz o sentir el calor de sus abrazos. Pero entonces, ¿por qué sentimos su presencia? Esta es la razón.
Para muchas personas, la muerte de un padre o madre es una de las pérdidas más profundas y dolorosas, pues este no llega el día del funeral, sino en el momento en que queremos compartir alguna experiencia juntos, como comer juntos o simplemente llamarlos.
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Despedirse de nuestros padres puede ser una experiencia devastadora porque significa el final de un vínculo, sobre todo cuando se trataba de una relación cercana. No siempre se está listo para ‘dejarlos ir’ en esencia, por ello, nos sentimos más vulnerables.
¿Por qué podemos ‘sentir la presencia’ de alguien fallecido?
No importa si es una pérdida reciente, o si ya pasaron un par de años. En ocasiones podemos sentir la presencia o esencia de un ser querido fallecido con nosotros, pero cuando volteamos, esa persona no está. Nos podemos sentir ‘extraños’ al grado de ocultar estos momentos y no contarlos.
Más allá de lo ’paranormal’ del suceso, en realidad se trata de sensaciones de duelo. Así que no te preocupes, no estás enloqueciendo, pues sentir la presencia de un ser querido es más habitual de lo que parece, según reveló un estudio publicado por la revista científica Neuroscience, Neurology and Psychiatry en 2020.
Según el estudio, entre el 30 y 60 por ciento de los dolientes, describen que durante y después del proceso del duelo creen haber escuchado, visto o sentido la presencia de una persona fallecida cercana, lo cual se relaciona como una experiencia agradable, reconfortante, de bienvenida. Alrededor del 5% de los participantes describieron la experiencia como perturbadora o angustiante.
En psicología existe una teoría denominada ‘dialógica’, en la que se considera que nuestro cerebro genera una ‘suposición’ o ‘predicción’ de lo que está en el exterior, por ejemplo, si cada vez que visitábamos a nuestro familiar. Es posible sentir que aún está ahí, pero solo se trata de una ‘trampa’ del cerebro, el cual se encuentra temporalmente anclado en el pasado.
Esta experiencia es similar a lo que ocurre cuando despertamos después de haber tenido un sueño que parece muy vívido, tanto que durante unos segundos consideramos que se trata de algo real.
Nuestro cerebro se acostumbra a la presencia de una persona que es cercana a nosotros, pero cuando fallecen, necesita pasar por el periodo de etapa de duelo para ‘actualizarse’ y comprender que aquella persona se ha ido.
Publicado originalmente en El Sol de La Laguna