Aceptar que cometimos un error es una de las tareas más difíciles para el ser humano, ya que esto conlleva el asumir que nuestros pensamientos e ideas no siempre son los correctos.
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Inclusive hay personas que nunca logran admitir que se equivocaron, situación que los incita a desarrollar una necedad gigantesca por demostrar que tienen la razón. Pero, ¿por qué ocurre esto?
El psicólogo y escritor estadounidense Guy Winch, relata que esta reacción se debe a que algunas personas tienen un ego tan frágil incapaz de tolerar cualquier equivocación, pues esto podría llegar a generarles fuertes trances psicológicos.
Para evitarlo las personas crean un mecanismo de defensa que se basa en construir excusas que protejan a su ego, las liberare de culpas y así autoengañar a su mente.
Uno de los ejemplos presentados por Winch expone el caso de una persona a la que se le pide detenerse en una tienda para comprar leche, a lo que esta responde: “No, no es necesario que nos detengamos en la tienda; queda mucha leche para el desayuno”.
Más tarde, al volver a casa y darse cuenta que en efecto hacía falta comprar leche, aquella persona que acepta su error respondería algo como: “Uy, tenías razón. Deberíamos haber comprado más leche”.
Por otro lado, una persona que busca mantener a salvo su ego y evita tener una crisis con su mente, contestara con algo como: “Revise por la mañana y había suficiente leche, así que alguien debe haberla terminado”.
Ante esto, el psicólogo afirma que las personas con este comportamiento son por definición psicológicamente frágiles, puesto que es necesario una gran cantidad de fuerza emocional y coraje para lidiar con la realidad y reconocer los errores.
“El único error que no debemos cometer es considerar su persistente y rígida negativa a admitir que están equivocados como un signo de fuerza o convicción porque es todo lo contrario: debilidad y fragilidad psicológica” escribió Winch.
Publicado originalmente en El Sol de la Laguna