Tras una actividad física intensa bajo el sol abrasador, es común buscar alivio en una botella de agua fría. Los expertos médicos concuerdan en la importancia de mantenerse hidratado, pero discrepan en cuanto a los posibles riesgos asociados con el consumo de agua muy fría.
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Mientras que el impulso de refrescarse es comprensible, especialmente en lugares como Tabasco, donde las temperaturas alcanzan niveles extremos, se advierte contra la ingesta abrupta de líquidos fríos.Un estudio respaldado por la Scandinavian Physiological Society y publicado por la National Library of Medicine señala que los cambios bruscos en la temperatura corporal pueden desencadenar problemas de salud.
En lugar de ingerir agua fría de golpe, se aconseja refrescarse gradualmente para evitar un shock térmico que podría resultar en una vasodilatación repentina, comprometiendo el suministro sanguíneo al cerebro y aumentando el riesgo de infarto. Además, el consumo de agua fría puede exacerbar ciertas dolencias, como migrañas o acalasia, una enfermedad que dificulta el paso de alimentos por el esófago.
También se ha señalado que el agua fría puede dificultar la digestión al solidificar las grasas y causar estreñimiento. Esto además del riesgo potencial de provocar un colapso en el sistema vascular, lo que podría manifestarse como dificultad para respirar, desmayos repentinos o incluso infartos en casos extremos.
Si bien el impulso de hidratarse es crucial, se recomienda evitar el consumo abrupto de agua fría, optando por alternativas que refresquen de manera más gradual para preservar la salud y prevenir complicaciones.
