Una psicóloga criminalista y un neurólogo dan su punto de vista sobre lo que piensa un asesino, en sus respuestas uno aseguró que todos son capaces de matar y el otro, indica que la mayoría de los crímenes violentos son causados por el 6 por ciento de la población.
“A los seres humanos nos gusta matar. De hecho somos depredadores”, señaló la psicóloga criminalista, Julia Shaw. Al continuar, con un ejemplo explica lo dicho con anterioridad:
“Nuestros cuerpos matan bacterias que amenazan nuestras vidas, siempre hemos matado plantas y animales para comerlos y, ciertamente, desde tiempos inmemoriales nos matamos los unos a los otros”.
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Sin embargo, aclara que no quiere decir que todos actuemos de manera horrible: “A todos nos separa una mala decisión de manera trágica de los otros (…) eso no significa que sea probable que todos actuemos igualmente de manera horrible”.
Al continuar, hace referencia a su libro ‘Hacer el mal’, en donde aborda estudios sobre el tema, en los que varios de los entrevistados confesaron haber fantaseado con el asesinato; los participantes se referían a sus colegas y seres queridos.
Julia aclara que fantasear con un crimen no significa que la persona lo vaya a realizar, en cambio aquellos que terminan cometiendo asesinato no fantasean.
La experta explica que quitarle la vida a una persona puede ser algo sin pensarlo: “En cambio, con frecuencia es el resultado de una pelea que va demasiado lejos o de los celos”.
De igual manera hace referencia a cómo percibimos a un asesino, las cuales pueden ser suposiciones con cierto sesgo: “Aquellos que tienen enfermedades mentales o cicatrices en la cara o discapacidades visibles tienen más probabilidades de disparar nuestros radares espeluznante, aunque en realidad no sean una amenaza”.
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Otro especialista que se encargó de estudiar a los asesinos fue el neurólogo norteamericano Jonathan Pincus. Por más de 30 años se dedicó a estudiar a 150 criminales.
Durante sus análisis llegó a la conclusión que la mayoría de los crímenes violentos son causados por el 6 por ciento de la población, lo que es una conducta anormal, indicó Pincus.
En una entrevista al referirse a uno de sus casos, mencionó: “Lo primero que me asombró descubrir fue que la disciplina experimentada por los criminales que iba conociendo, se asemejaba más a la de un prisionero en un campo de concentración”.
Entre los entrevistados hubo una niña de 13 años de nombre Cynthia, que había matado a una compañera de escuela a puñaladas. Al profundizar en el caso, encontró que la menor de edad había sufrido maltratos.
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Pero esa violencia hacia ella era una pequeña parte de su vida. El experto al continuar supo que la madre era alcohólica, bebiendo durante el embarazo sin moderación, contrajo sífilis y tuvo problemas de tiroides.
“Una combinación demoledora para el feto”. En Cynthia detectó una grave deformación del cráneo, debido a un mal parto, sumado a las lesiones cerebrales estaba la paranoia.
“Su puñalada fue una reacción excesiva ante una sensación desproporcionada de estar en peligro”. Al generalizar sobre este tipo de personas, dijo: “Los maltratos, o no los recuerdan, o prefieren considerar la conducta de sus padres como normal”.
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Pincus era un experto en el estudio del encéfalo; para él, la clave es proteger ese órgano vital hasta que alcance su completo desarrollo, que es a los 24 años.
“Una lesión en los lóbulos frontales, la parte responsable del juicio, la atención o el autocontrol, tiene una gran influencia en la personalidad. Y es ahí donde residen los mayores déficit neurológicos de los asesinos”.
El experto señaló que, en 70% de los homicidios, las drogas, sobre todo el alcohol, así como el entorno social y cultural y la educación influyen, y más “si uno tiene el cerebro dañado”.