En la antesala de la Navidad, la decoración del hogar toma protagonismo, y la elección del Árbol de Navidad se convierte en un acto significativo. Sin embargo, la decisión entre un árbol natural o artificial no solo se trata de estética festiva, sino también de consideraciones medioambientales.
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Contrario a la creencia común de que los árboles artificiales son más ecológicos al evitar la tala de árboles, según los cálculos del British Carbon Trust, estos generan una huella de carbono mayor. La producción de un árbol artificial emite aproximadamente 40 kilos de CO2, más del doble que la huella de un árbol natural.
A pesar de su durabilidad y menor costo, los árboles artificiales están fabricados con materiales no reciclables, como PVC, contribuyendo a la contaminación. Además, su producción a larga distancia implica mayores emisiones de combustibles fósiles.
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Árboles naturales: biodegradables y beneficiosos para el ambiente
Los árboles naturales, por otro lado, poseen una huella de carbono menor, estimada en 3.5 kilos de CO2 si se destinan a carpintería o leña. Optar por un árbol natural proveniente de prácticas de aprovechamiento sustentable implica contribuir a la constante siembra y renovación de los bosques.
Aunque su transporte y cuidado pueden ser más exigentes, los beneficios ambientales compensan. Los árboles naturales son 100% biodegradables, pueden ser replantados o convertidos en composta, y actúan como productores de oxígeno y absorbentes de CO2.
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Si bien los árboles artificiales destacan por su durabilidad y menor costo, su impacto ecológico se minimiza si se utilizan durante al menos 12 años. Algunas empresas ofrecen incentivos para la devolución y replanteo de árboles naturales, promoviendo prácticas más sostenibles.
Ambas opciones presentan pros y contras, y la elección depende de consideraciones personales y ambientales, sin embargo, la mayoría de los especialistas apuestan por los árboles naturales cómo la mejor opción.
La clave está en tomar decisiones conscientes, ya sea al optar por árboles locales o reciclar adecuadamente al final de la temporada navideña.
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En última instancia, la Navidad puede ser una época festiva y sostenible si consideramos cuidadosamente el impacto ambiental de nuestras elecciones decorativas.