El cambio climático ha incrementado los fenómenos meteorológicos extremos, poniendo en riesgo la salud y el bienestar de nuestras queridas mascotas. Gatos, perros, conejos, roedores y aves, entre otros compañeros animales, experimentan el calor de manera diferente a nosotros.
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Mientras los humanos sudan para regular su temperatura corporal, los animales dependen de mecanismos fisiológicos distintos, y a menudo más limitados, para mantenerse frescos. Entre las mascotas más vulnerables se encuentran aquellas de edad avanzada, con sobrepeso o que sufren de problemas respiratorios y cardíacos.
Los perros braquicéfalos, como los carlinos, bulldogs y bulldogs franceses, tienen una anatomía particularmente propensa a problemas respiratorios, lo que los hace más susceptibles al calor extremo.
Además, la exposición prolongada al sol aumenta el riesgo de golpes de calor en todas las especies. Es por eso que es crucial que los dueños de mascotas tomen medidas preventivas durante los meses más calurosos del año.
Proporcionar sombra adecuada, acceso constante a agua fresca y evitar el ejercicio excesivo en horas de calor intenso son pasos fundamentales para proteger a nuestros amigos peludos. La preocupación por la vulnerabilidad animal no se limita solo a las mascotas domésticas; el ganado también sufre las consecuencias del calor extremo.
El estrés por calor puede afectar su salud, rendimiento y consumo de alimentos, lo que tiene ramificaciones significativas en la cadena alimentaria y la seguridad alimentaria. Al aumentar la conciencia sobre estos riesgos y tomar medidas proactivas para proteger a nuestros animales, podemos ayudar a garantizar su seguridad y bienestar en tiempos de clima extremo.